Será dichoso quien crea y anuncie a Cristo

Jairo Yate Ramírez

°°° « Estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -«Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
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Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío YO.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados.” °°° (Juan 20, 19–31).

Hombres y mujeres creyeron en el resucitado. El acontecimiento de la resurrección del Maestro de Nazareth es el máximo de nuestra fe. Es el ápice de los mayores deseos de Dios. Él mismo quiere una nueva humanidad y Él mismo lo advierte a través de su enviado: “Reciban el Espíritu Santo, °°° Perdonen pecados, °°° Sanen a los enfermos, °°° etc.

La resurrección marca la misión, y en el quehacer de la misma Iglesia Católica. Sabiamente lo predicaba san Pablo: “Si cristo no resucitó vana es nuestra fe.” (1 Corintios 15, 13-14). Si no vivimos y actuamos como personas resucitadas; como aquellas que tienen el objetivo de superar el pecado y la tentación, no habremos cumplido el propósito.

La resurrección trae consigo los dones y las Gracias de Dios para la nueva vida del mundo: El primer don es la paz como Gracia de Dios y responsabilidad nuestra de cultivarla “Paz a vosotros”. El segundo don: Se inicia una misión, hombres y mujeres somos enviados a proclamar ese mensaje de reconciliación y unidad.

El tercer don: El Espíritu Santo cumple la misión de darnos la sabiduría y la fortaleza para continuar la obra que Cristo dejó. El cuarto don: El poder de perdonar pecados emana del resucitado. Los pecados se perdonan en nombre de Cristo.

El quinto don: El amor de Dios se muestra condescendiente ante la debilidad humana. El Nazareno practica la misericordia con aquella persona que duda de su fe. Razón para decirle a Tomás: “Deja de ser incrédulo, hazte creyente.” (Juan 20, 27).

Quien somos creyentes debemos aprender a vivir al estilo de quien ha resucitado: Así lo predicó san Pedro: “A quien amáis sin haberlo visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis.” (1 Pedro 1,8).

El Papa Francisco afirma que los que viven según la resurrección son una prolongación de las señales del Maestro: “donde antes había muerte (egoísmo, injusticia, miedo, desesperanza, insolidaridad, increencia…) ahora vida resucitada (amor, justicia, paz, esperanza, solidaridad, fe…).

Cuida tu salud: “Seremos bienaventurados si creemos en el resucitado.”

PADRE JAIRO YATE RAMÍREZ

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