El reino de Dios, para quien escuche y practique su palabra

Jairo Yate Ramírez

°°° « Salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó en pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: -«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.” (Mateo 13, 1-23).
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El Reino de Dios es Jesús mismo quien desde su encarnación provoca un cambio en la manera de pensar y entender la vida. Es la propuesta y la interpretación de nuevos conceptos como: el hombre, la justicia, la libertad, el perdón, la verdad, el amor, la Gracia, la muerte, la resurrección, etc.  Es lograr centrar la atención en Jesús; creer en Él; aprender a hacer la voluntad de Dios. Es quien escucha la Palabra y la pone en práctica.

El Hijo de Dios, propone el Reino de su Padre celestial. Lo explica a través de parábolas: Lo centra en la conversión, la Eucaristía, la misma Palabra. El reino crece en virtud de una siembra inicial, por ejemplo: una espiga y trigo abundante. (cf. Marcos 4, 26-29). El reino de Dios crece y se extiende, al estilo de un grano de mostaza. (cf. Mateo 13, 31-32) También el reino de Dios, se expresa de una forma cualitativa y abundante, como la levadura. (cf. Mateo 13, 33).

El Evangelio indica la misión que cumple cada creyente frente al Reino de Dios. El proceso exige una serie de pasos: Escuchar la Palabra, creer en la Palabra, poner en práctica la Palabra, convertirse a la Palabra. La dificultad aparece cuando no hay voluntad para este ejercicio misionero.

No todas las veces estamos en capacidad de escuchar; no en todo momento guardamos el estado de ánimo para recibir; no siempre conservamos el espíritu para un buen actuar. Escuchar la Palabra, creer en la Palabra, es ya convertirse en una nueva Palabra que continúa la obra de Aquel que es Palabra de vida eterna.

El punto está en determinar qué tanto valor tiene la Palabra de Dios para mi vida. ¿Será que cuando escucho o leo la Palabra me apropio de ella y la convierto en sistema de vida? Ese es el reto del sembrador: recibe: escucha y comprende la Palabra. (cf. Mateo 13, 23). 

Si Dios siembra la semilla buena en nuestro corazón. La pregunta sería: ¿qué tipo de semilla sale de nuestra boca y corazón? El Papa Francisco responde en su Ángelus Regina Coeli: (13 de julio 2014): “Nuestras palabras pueden hacer mucho bien y también mucho mal; pueden curar y pueden herir; pueden alentar y pueden deprimir” °°°  Cuida tu salud: Lo que cuenta, son las palabras amables que salen de la boca.

Padre Jairo Yate Ramírez - Arquidiócesis de Ibagué

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