Donde está Pedro, allí está la Iglesia

Jairo Yate Ramírez

°°° «Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -« ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías uno de los profetas.» Él les preguntó: -«y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» °°° Mateo 16, 13-20.
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La obra de Cristo habla por sí misma. Es la obra de alguien que ya había sido anunciada con mucha anterioridad desde el profetismo en Israel. Jesús no intenta ganarse la admiración del público recurriendo a obras extraordinarias.

Se cumple en Él  todo aquello que había sido anunciado. Él es el Hijo de Dios. Él es quien debía venir al mundo, Él es el Salvador del mundo. Él es quien presenta Juan el Bautista. Él es el Mesías. Él es el Hijo de Dios vivo.

Su obra no depende de nadie en la tierra; es eminentemente celestial. Está en comunión con su Padre. Jesús desarrolla el programa de su Padre Dios, la ocasión para conocerlo y asimilarlo es la fe. No en vano, el Hijo de José y de María, pregunta: ¿Quién dicen los hombres, que es el Hijo del hombre? (Mateo 16, 13).

El Papa emérito, Benedicto XVI, enseña que existen dos maneras de conocer a Jesucristo: Una superficial y otra auténtica. (cf. Homilía 29 de junio 2007). La multitud piensa que Jesucristo es un profeta. Eso es cierto pero no es suficiente. Quien conoce auténticamente a su Maestro, tiene la capacidad de declararlo como Mesías y como Hijo de Dios. Cuando Jesucristo instituye su Iglesia, convierte a Simón Pedro, desde el rudo pescador del lago de Bethsaida en Galilea, en la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella y lo instituyó pastor de su rebaño (cf. Juan. 21, 15-17).

San Ambrosio, doctor y padre de occidente, afirmaba. “Ubi Petrus, Ibi Ecclesia”. Donde está Pedro, allí está la Iglesia”. Tenía toda la razón. San Pedro se convierte para nosotros los católicos y bautizados en el modelo de persona que va creciendo en su fe; adquiere el conocimiento de su Maestro; aprende de sus errores; acepta sus debilidades; llora amargamente por traicionar a su Maestro; su misión es ser pescador de hombres. (cf. Mateo 4, 19). Su nombre aparece como el primero entre los apóstoles. (cf. Mateo 10, 2). 

Tras la muerte del Salvador del mundo, san Pedro se convierte en el líder indiscutido de la comunidad de creyentes.

Cuida tu salud: En la persona de Pedro, están las características de un excelente pastor, un buen creyente, un apóstol de Dios en el mundo.

Padre Jairo Yate Ramírez - Arquidiócesis de Ibagué

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