Ibagué, la ciudad soñada

María Yolanda Jaramillo G.

La magia de los sueños y las esperanzas, que aún viven en el corazón de los ibaguereños.

Una ciudad sin zonas de sombra y de peligro que ofrece a los jóvenes el ejercicio pleno, para acceder a la ciudadanía, una ciudad donde se materializan las luchas por todas las causas solidarias la ciudad donde se disfruta el atardecer que no logran, esconder los edificios y el natural deleite, de hermosos paisajes que no han sido talados, por la urgencia del urbanizador.

La ciudad, donde sus espacios abiertos parques, plazas, avenidas y andenes son zonas particularmente aptas para el paseo, la tertulia y la relación cordial porque son espacios limpios, y la belleza de sus jardines son un paraíso estético.

Las rutas del transporte cumplen las normas y las motos no hacen más ruido del normal ni se escuchan pitos, bocinas ni altoparlantes en los locales comerciales, el taxista, hombre móvil por excelencia, conoce muy bien la ciudad, y ofrece muy amablemente el recorrido turístico por ella.

La ciudad donde las ventas callejeras ya no ejercen impacto sobre la congestión peatonal porque se han organizado las áreas de ventas, la gente que pasa por sus calles disfruta ese roce ciudadano que convoca, esa plenitud colectiva.

Las múltiples ofertas artísticas - culturales y Deportivas recrean y dan vida al espíritu del niño (a), joven y adulto.

Las luces de la ciudad se encienden al caer la tarde, no solo iluminan, ni anuncian, también fijan modas y valores que ofrece el encanto de la calle peatonal donde la música espontánea corre libremente en cada esquina recordando a los ibaguereños su “Ciudad Musical”.

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