Va a terminar algo que comenzó
nuestro año 2016
él nos deja bastante lejos, de la convivencia:
de los diálogos múltiples, imaginativos
y creadores
al no conducirnos a mundos,
de Paz y Espiritualidad inexplorada.
Parece que es la ley
a que obligados nos someten
a vivir
quienes tienen una noción distinta,
de los procesos, realmente consensuados
de los diferentes actores,
que impiden un avance real y efectivo
hacia el camino
de la modernidad, Política y Social.
Se tejieron, las más íntimas historias
al término de más de 50 años
que fueron sinónimo
de dolor, tragedia, venganza y odio
y que aún, hoy persisten
a pesar, de los cambios en los temas
se insiste en que sean pasivos de nostalgia
y no, en activos de la memoria.
Hay que volver a la Historia Oculta,
sometida a análisis y reflexiones,
que nos sitúa
en sabios pensamientos de progreso
y en lecciones, que no fracasen
y con mirada de esperanza, y gran optimismo
veamos el resurgir de una Patria
más amable, y en paz
sensible a su destino.
Deseo referirme a un insigne ibaguereño que entró al siglo XXI (falleció el 15 de septiembre de 1999) como tolimense incansable que siempre aportó, su razón y su esfuerzo para construir una Colombia en paz: Jesús Antonio Bejarano, miembro de la Academia de Historia del Tolima; Consejero de Paz, durante la presidencia de Cesar Gaviria. El profesor Gabriel Restrepo -su gran amigo- decía: “Su muerte la causaron quienes no quieren que haya paz”, son aquellos que se benefician con el tráfico de armas, con el narcotráfico, y que el país no sea gobernable. Lo que estas personas quieren es acallar las voces, y por eso entraron a la Universidad Nacional y acabaron con su vida.
Jesús Antonio Bejarano decía: “La Paz no llegaría sino buscándola, y que había que buscarla en el cerebro. Que los inconformes de Colombia cupieran en la Política; la Política en el Estado; y el Estado en la cabeza de los que gobiernan”. Él representa un colombiano luchador por la Paz, que nos dio ejemplo, en la búsqueda de caminos de “Reconciliación”.
El Tolima le rindió un sentido homenaje de despedida; y hoy con el tema de mi última columna de 2016; recuerdo su memoria y su gran legado intelectual, que le dan la inmortalidad como hombre ilustre de Colombia.
Un gracias para quienes leían mi columna, y por consiguiente me escucharon, doblemente gracias. Y un sentido reconocimiento a Dios por permitirnos entrar en el nuevo escenario del2017.
Expresidenta Academia de Historia del Tolima
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