Conciencia de la propia libertad para decidir ‘La Colosa’

María Yolanda Jaramillo G.

El exministro de Ambiente Manuel Rodríguez Becerra manifiesta: “No hay la menor duda de que la decisión, tomada por los habitantes de Cajamarca, al votar en contra de la explotación minera en su territorio, tiene una trascendencia mayúscula en la historia del país”. (El Común)

La Despensa Agrícola de Colombia

Le dijo NO a la minería

Muchas personas piensan que la minería es muy importante para lograr un buen desarrollo económico; quizá tengan razón, pero deseo manifestar que el concepto de desarrollo se ha enriquecido últimamente; según el premio Nobel Indio Amartya Sen (2000): “El desarrollo supone un proceso de expansión de “Libertades Reales”, de las que disfrutan los individuos”.

La consulta popular en Cajamarca dio un primer paso hacia esas “Libertades Reales”, con lo que se creó un nuevo escenario donde se aplicó la “Democracia Ambientalista”, que en forma directa relaciona a la población con su espacio físico, como realidad regional y con un gran sentido de conciencia de comunidad. A partir de la consulta popular se logró redefinir políticas estatales, sobre la relación entre naturaleza - ecosistema y cultura, porque articula los esfuerzos de los grupos de bases, los sectores populares, las organizaciones ambientalistas, la academia, sectores productivos, permitiendo que la población decidiera en asuntos públicos, en donde solo el Estado puede actuar.

Esta “Democracia Ambientalista” ganada en Cajamarca debe ser una conquista cotidiana, que implique el predominio de la sociedad civil sobre el Estado, lo que exige presiones institucionales, donde la Administración local y el Concejo deben tener el convencimiento de que la población tiene la capacidad de concentrar su desarrollo económico como ‘Despensa Agrícola’, sin la multinacional Anglogold Ashanti, cuya minería a gran escala era imposible ser sostenible y así evitar los incalculables daños a la comunidad y al medio ambiente, lo cual se prolongaría por décadas y más décadas…”.

“Nadie se pregunta cuánto cuesta construir un pueblo. No son sus calles, sus parques, las casas y la infraestructura de servicios. También es, y sobre todo, una historia para la comunidad local, un arraigo para sus familias, una expectativa para las juventudes. La gente tiene derecho a vivir donde nació, donde forma su cultura, donde tiene sus muertos. Pero necesita vivir con dignidad y con la esperanzadora posibilidad de que un futuro sea mejor que el presente… y así será sin La Colosa (la democracia como cultura).

“Cuando el pueblo se encuentre y con sus manos teja el mismo, sus sueños y su manta”. (Carlos Castro Saavedra)

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