Victoria - derrota

María Yolanda Jaramillo G.

En el mundo en que vivimos, existen situaciones inherentes al ser humano que están presentes, en cada momento de la existencia “como productos de vida”, generados por nuestra conducta, valores, creencias, puntos de vista…

Actualmente vivimos una gran incertidumbre política en el país, hay un nuevo gobierno, aceptado en Democracia el cual, debe señalar derroteros, frente a la interpretación de numerosas disposiciones, que marcarán la normatividad que seguirá el nuevo gobierno, para afrontar todos los problemas; y muy especialmente los que corresponden a la “Consolidación de la Paz”.

El tiempo pasa, pero todavía se siente en el ambiente la gran alegría por la elección presidencial; igualmente, la tristeza por la derrota (son dos caras de la misma moneda). Si queremos darle un contexto real a la situación, que lo “entristece” o “alegra”, solo debe leer ¡Cómo Saber!.

¡Cómo saber!

Un labrador vivía con su hijo, en una pequeña casa, con una herencia única un caballo. Un día el caballo escapó, dejándolo sin con que labrar. Sus vecinos se solidarizaron según ellos, había sido una “desgracia”, él les preguntó ¿cómo pueden saber que lo que ocurrió, ha sido una desgracia en mi vida?. Una semana después, el caballo retorno, con una hermosa yegua; sus amigos lo felicitaron por la “bendición” recibida. El labrador les preguntó ¿cómo pueden saber que lo que ocurrió es una “bendición” en mi vida?. Desconcertados comentaban ¿será posible que no entienda que Dios le ha enviado un regalo?.

Pasado un mes el hijo decidió domesticar la yegua, en ello, tuvo una mala caída, rompiéndose una pierna, los vecinos se manifestaron muy tristes por lo sucedido, él les pregunto ¿cómo pueden saber si lo ocurrido ha sido muy triste en mi vida?. Nadie entendía que un accidente no era una verdadera tristeza. Transcurrió un tiempo, cuando se desató la guerra en el país, empezaron a reclutar jóvenes para el frente de batalla; al llegar a la vereda los reclutaron a todos, menos al hijo del labrador, tenía la pierna rota.

Poco tiempo después terminó la guerra, ninguno retornó vivo; el labrador visitó a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos. El hijo del labrador se recuperó, la yegua tuvo crías, se vendieron y dio un buen dinero.

“Los habitantes de esa vereda entendieron que más allá de las apariencias la vida tiene significados que muchas veces no conocemos ni mucho menos entendemos como cuando alguno se quejaba él decía ¿cómo sabe si esto es una “desgracia”? si alguien se alegraba mucho él preguntaba ¿cómo sabe si eso es una “bendición”?”

¿Podremos asociar esto con nuestra actual situación política?...

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