La iglesia Católica, en el ojo del huracán

María Yolanda Jaramillo G.

El gran escritor Paulo Coelho predice escenarios que hoy reflejan la realidad social, al expresar en su novela Aleph, “Cómo una grave crisis de fe lo llevó a salir en busca de un camino de renovación y crecimiento espiritual. Traslado un fragmento: “... El mundo nunca estuvo tan dividido como ahora, guerras, genocidios, falta de respeto por el planeta, crisis económica, depresión, pobreza. Las cosas parecen más negras a medida que avanzamos hacia el futuro ¿Y yo aquí, queriendo seguir adelante en una tradición espiritual, cuyas raíces están en un pasado remoto, lejos de todos los retos del momento presente?...”

El texto nos remite a reflexionar sobre la tradición espiritual; en mi caso, lo asocio a la situación que vive actualmente nuestra Iglesia Católica, cuyo pasado remoto, es prueba fehaciente de su Verdad y autenticidad, cuya sobrevivencia milenaria, ha permitido un acervo impresionante de bondades, y a la vez, contradicciones; con preguntas y respuestas que amplían la concepción del mundo espiritual, o al contrario cierra esta posibilidad de enriquecer ese mundo espiritual, cuando en sus practicas prevalece lo dogmático o cuando se incurre en ocultar el mal para guardar apariencias.

Desde que asumió en el 2013 el Papa Francisco, él se propuso alejar al Catolicismo de posturas radicales; se distanció de las reverencias, el boato y la pompa. ¿Pero que sucede ahora?... quiero contestarlo utilizando a Coelho “paso por un periodo de euforia, que poco a poco va desapareciendo. Algunas cosas se quedan para siempre, pero la mayoría de los ejercicios, de las prácticas, de las enseñanzas, terminan por desaparecer en un “agujero negro”.

Me atrevo a expresar que el esfuerzo del Santo Padre por difundir mensajes, prácticas y enseñanzas, van hacia un “agujero negro”; porque el “ojo del huracán”, reflejado en los abusos sexuales de un gran numero de clérigos, anulan la acción del Vaticano hacia los propósitos trascendentales, de una Iglesia Católica renovada que responda a los retos espirituales de sus feligreses.

¿Qué nos corresponde como Iglesia Católica? lo primero reconocer que estamos en la entrada de una Nueva Era, que hoy, es imposible de predecir. Ser conscientes tanto el clero, como los laicos que los representantes de Dios, los Sacerdotes han profanado lo Sagrado y merecen una condena terrenal ejemplarizante, sin consideración alguna. Reconocer que sólo la fe y la oración rejuvenece a la Iglesia y la renueva, a través, de una nueva Evangelización.

“A los malos pastores de Israel. ¡Ay de los pastores que dejan perecer y dispersarse al rebaño de mi pasto, dice el señor!. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, sobre los pastores que guían a mi pueblo: “Vosotros habéis dispersado mi rebaño, lo habéis descarriado sin preocuparos de él. Pero yo me voy a ocupar ahora de vosotros -dice el Señor-, castigando vuestras perversas acciones. Jeremías 23 (1-2).

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