Todos podemos ser noticia en esta Navidad

María Yolanda Jaramillo G.

Si logramos entender, reconocer y valorar con fe el diálogo del “Dios Padre” con la religiosa Eugenia Eliabetta Ravasio sobre “El verdadero culto, el del Padre, tal como Jesús lo enseñó y como la Iglesia debe fijarlo en su liturgia” ¿Quién era esta singular religiosa?... nació en San Gervasio (Italia), el 14 de septiembre de 1907, en una familia de origen campesino; cuando tenía 25 años fue elegida como Madre General de la Congregación de Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles. En seis años abrió 67 fundaciones e impulsó reformas de gran beneficio para la comunidad; algo muy especial teniendo en cuenta, que solo, había cursado la educación primaria.

Cuando la Madre General manifiesta sus revelaciones con el Padre Celestial, la Iglesia empieza con mucho sigilo y rigurosidad en relación a la presencia de Dios, desde el mundo espiritual, con la religiosa desde su condición terrenal. Ella tuvo que someterse a exámenes médicos, psiquiátricos, y asistir a innumerables comisiones teológicas las cuales eran muy largas y penosas, porque se generaba mucha controversia. Según testimonio de los teólogos, psicólogos, descubrieron que ella era capaz de practicar la virtud hasta el punto heroico, especialmente la obediencia y la humildad. Poco a poco se convencieron que cumplía con todos los requisitos canónigos, por lo cual determinaron a su favor, que existía una causa superior, sobrenatural divina, que intervino en estas relevaciones. Solo después de 10 años de este proceso, la Iglesia Católica reconoce la intervención divina en lo expresado por la religiosa, y decide registrar este sublime legado en un mensaje titulado “El Padre habla a su Hijo”, (es su quinta edición en español) el cual ha sido traducido en 25 idiomas.

Transcribo el escenario - la religiosa manifiesta: “hoy termina los largos días de preparación… pensar en mi Padre me lanzaba a una loca alegría; empiezo a escuchar cánticos, algunos Ángeles me anuncian la feliz llegada, se acerca el cortejo de los Querubines y Serafines… postrada con el rostro en el suelo recité el Magnificat; enseguida el Padre manifiesta: “vengo para eliminar el temor excesivo que mis creaturas tienen de mí, y para hacerles comprender que mi alegría esta en ser conocido y amado por mis hijos, es decir, por toda la humanidad presente y futura” “vengo para traerles la esperanza a los hombres y a las naciones, ¡cuantos la han perdido hace mucho tiempo!

Esta esperanza le hará vivir en paz y con seguridad, trabajando para la salvación” “vengo para hacerme conocer así como soy. Para que la confianza de los hombres aumente conjuntamente con el amor hacia mí, el Padre, que tiene una sola preocupación: velar sobretodos los hombres y amarlos como hijos”. Luego expresa solicitudes al Santo Padre, Obispos y el Clero en general para que establezcan un culto especial, para que el Padre sea conocido, amado y glorificado por todos. Sería muy beneficioso para los fieles conocer sobre este mensaje, podría ser a través, de la Arquidiócesis y sus respectivas Parroquias. Como tema de interés Litúrgico.

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