Nuestras huellas, América 1492 - Ibagué 1550

María Yolanda Jaramillo G.

Dos fechas memorables que conmemoran el nacimiento de la civilización occidental.

En la historia de occidente hay una extraordinaria aventura llamada América, como nuevo personaje de la historia, un Genovés abrió el camino… hacia un mundo de fantasía, que seducía la curiosidad del europeo, que por más de un siglo había sido alimentada por los escritos de “Marco Polo”, para quienes seguían su viaje de aventura de Venecia a Pekín. Así el nuevo mundo entró en el imaginario del europeo, sus crónicas se hacían reales especialmente por medio del arte, donde se expresaban dos caras posibles de estas lejanas tierras; una, la del indígena en medio de una atmósfera de exquisitos frutos y vistosos papagayos, otra, como bestia salvaje de los bosques y las cavernas. Para ellos estos habitantes pertenecían a “pueblos selváticos” y aún hoy (escuelas de antropología) consideran así, a nuestras minorías nacionales de ancestro aborigen.

El navegante Américo Vespucio en 1499 concluyó, al explorar la desembocadura del río Amazonas que lo recién descubierto, pertenecía a un mundo totalmente desconocido para los europeos, lo cual, despertó un gran interés geopolítico por estas tierras de gran perspectiva de riqueza y poder. Transcurridas cinco largas décadas del redescubrimiento del nuevo mundo, los expedicionarios europeos llegaron a las costas de Colombia, una de estas expediciones estaba comandada por el capitán Andrés López de Galarza, que recorriendo el territorio, llegaron a un gran valle, al que los nativos llamaban “Combayma” y los españoles, bautizaron como el “Valle de las Lanzas”, cada indígena portaba una lanza como medio de defensa, hechas de gruesas cañas muy largas (3 metros) y en la punta tenían filosos huesos que hacían certera la herida de sus víctimas.

Esta región de las lanzas comprendía el Valle de Combayma, Valle de Metayma y Anayme, sitios que empezaron a recorrer los expedicionarios. El capitán Galarza acampó con sus fatigados y heridos soldados y maltrechos caballos, en la región del gran cacique Ibagué, aprovechando la hospitalidad de los aborígenes y las condiciones favorables del sitio, en la mañana del 14 de Octubre de 1550, esta población de aborígenes fue bautizada por el capitán Galarza con el apelativo de ciudad, conforme lo dice el cronista Fray Pedro Simón “donde estaba un razonable pueblo con su cacique que se llamaba Ibagué”.

Han pasado 469 años… en la gestación larga y a veces muy dolorosa que a permitido ir ensamblando un carácter y un destino de ciudad y región, forjado en una gran capacidad de lucha, y una vocación de libertad de gran número de hombres y mujeres ilustres, que lograron metas sustantivas, de integración y solidaridad como categoría de su espíritu singular, que han aportado y siguen aportando a la historia de Colombia.

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