El testimonio de vida, imprime autoridad

Jhon Jaime Ramírez Feria

“Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.” °°° (Marcos 1, 21-28).
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Pueden existir muchas maneras de enseñar. Hay personas que se destacan por su sabiduría, por su capacidad de asimilación del mensaje, por su creatividad en el exponer, por la rigurosidad en sus fuentes de memoria, por su tono, por su estilo, por su convencimiento, etc.  Jesucristo realiza dos actividades a la vez: Enseña y lo hace con autoridad.  El secreto del Salvador del mundo está en su autoridad, la cual está respaldada, por la bondad, por el amor, por la misericordia. Afirma la Sagrada Escritura que el Nazareno, no enseña como lo hacían los escribas. Acertadamente enseñaba el hermeneuta bíblico cuando explicaba: Lo que llama la atención de Jesucristo es la forma como él enseña. Lo hace de una manera diferente. Crea una conciencia crítica en la gente. Los escribas enseñan citando siempre una autoridad. Al contrario, el Maestro, no cita ninguna autoridad, sino que habla a partir de su experiencia de Dios y de la vida. Su Palabra tiene fundamento en el corazón.

La excelente fortaleza de la predicación del Señor es su pedagogía. Como todo Reino necesita un gobernante, alguien que indique las políticas a seguir: la misión y la visión.  Alguien que presente un programa de vida, unas reglas de juego, unos mandamientos, unos sacramentos, una Iglesia, unas bienaventuranzas, etc.  Jesucristo ofrece vida eterna para todos aquellos que respeten ese Reino y vivan el espíritu de su programa de vida.  El mismo gobernante debe convencer al pueblo de la validez de sus propuestas, lo logra porque Él mismo se convierte en el servidor de todos. Él es fuente, Él es luz, Él es salvación para todos. Él es más fuerte que el mismo satanás, (cf. Marcos 1,12-13). Hasta el viento y el agua le obedecen, (cf. Marcos 4, 41).

Quien desee ayudar y/o dirigir a los demás, lo tendrá que hacer con autoridad.  El testimonio de vida le da credibilidad a la misión.  Sin testimonio, la misión está totalmente perdida. La Escritura prevé diciendo: “Pero si un profeta tiene la presunción de decir en mi nombre una palabra que yo no he mandado decir, y habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá.» (Deuteronomio 18,20). El Papa Francisco recomienda tres condiciones para poder ser autoridad:  El que manda, como el que le sirve a los demás. El que manda como el que siempre está muy cerca de los demás. El que manda debe ser coherente con su testimonio de vida. Cuida tu salud: Quien es coherente con lo que hace, se convierte en autoridad, delante de Dios.

PADRE JAIRO YATE RAMÍREZ

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