Educación pública y privada y progreso nacional

Jorge Enrique Robledo

Para hablar de educación, voy a empezar diciendo que todo progreso de la Humanidad, toda riqueza, proviene del trabajo, del trabajo simple o del complejo, pero del trabajo. Las pirámides de Egipto ¿Qué son? Trabajo. Un celular ¿Qué es? Trabajo. A un avión le pasa lo mismo. Pero además agrego algo muy muy importante: todo progreso del trabajo, y de la Humanidad, en últimas, proviene del progreso, del avance, del desarrollo, del conocimiento.
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Si se mira a nuestros antepasados más remotos, lo que se va a encontrar es que conocían mucho menos en esas sociedades que lo que conoce la sociedad de hoy. Conocimientos que tienen que ver con el mundo de la naturaleza, llamemos de las ciencias naturales, y con el mundo de la sociedad, llamemos de las ciencias sociales. Es la primera idea que quería expresarles.

Es bien conocido además que la Revolución Industrial partió en dos la historia del progreso de la Humanidad, porque desató fuentes de riqueza inmensas que no existían antes, a partir de la máquina de vapor y de los motores en general aplicados a las máquinas herramientas. Se conoce menos, pero también hubo una inmensa revolución científico-técnica y educativa, que tiene que ver con dos partes, principalmente. Van a terminar apareciendo, en un proceso, los métodos científicos experimentales modernos (basados en la evidencia), que nos llevan a los altos niveles del conocimiento que nos sorprenden todos los días con los grandes hallazgos.

Pero además va a aparecer el criterio de que la educación debe ser universal, es decir, para todos, señalando que es tan importante el conocimiento que sería un crimen contra los países y contra las personas que los muchachos de origen humilde o pobre no pudieran aportarle al desarrollo del conocimiento.

En segundo término, la idea de que la educación tiene que ser de buena calidad. Esto hay que machacarlo mucho ahora, porque la educación se ha ido llenando de fraudes que no ofrecen la mejor educación.

En tercer término, para que esa educación pueda ser universal, pues tiene que ser gratuita, porque o si no, no hay con qué pagarla. Porque además la educación es un bien cada vez más costoso porque requiere de una cantidad de costos crecientes.

Al mismo tiempo, esa educación gratuita tiene que ser pagada por el Estado, porque o si no, no hay quién la pague. Luego cuando se habla de educación pública no es por un prurito, digamos estatista ni nada de eso, sino que es una realidad de las propias economías de mercado.

Y por último, esa educación pública, como todas, no debe ser una educación que imponga una determinada manera de pensar, sino que el debate científico-técnico, en el mundo de las ciencias naturales y de las sociales, debe ser un debate democrático en donde puedan florecer todas las escuelas de pensamiento.

Desde esta perspectiva, ¿cuál es la limitación de la educación privada? Es que la educación ya se ha dicho que es un bien costoso. Entonces, cómo la educación privada se financia con las matrículas, cuando las matrículas son muy altas puede ser de muy buena calidad, pero cuando las matrículas son bajas resulta ser una educación mediocre. Esto se lee fácil con los restaurantes: a un precio alto, la comida es de muy buena calidad, pero a un precio bajo, aun cuando sea comida, es de bastante inferior calidad. Y esto, por supuesto, termina afectando el desarrollo de los países.

En el caso de Colombia ya tenemos una deformidad. Y es que la educación privada es cada vez más grande en relación con la pública (ver cuadros de educación pública y privada, según países*). Mucha de esa educación privada es de muy mediocre calidad, hay que decirlo con franqueza.

Entonces, ¿qué hacer. De una parte, trasladarle a la educación pública la mayor cantidad de recursos posible, precisamente, para aprovecharse de sus características, que solo las tiene ella. Pero de otra parte, por supuesto, hay que hacer esfuerzos por mejorar la calidad de esas instituciones. Y esto tiene que ver con el respaldo a la actividad de los docentes, de los estudiantes. Esto tiene muchas maneras de hacerse.

Y hay que garantizar, y eso está garantizado por norma en Colombia, que esa no sea una educación confesional. O sea que allí los profesores y los estudiantes tienen que tener libertad de cátedra y de pensamiento porque es en el debate de las ideas cómo se termina mejorando el conocimiento.

¿Qué hacer con la privada? En primer término, recordemos que la educación privada en Colombia –según las leyes– es un servicio público, sin ánimo de lucro. Con qué propósito. Con que vayan a la calidad de la educación todos los ingresos que tenga la universidad. Pero al mismo tiempo necesitamos que esa sea una universidad que les garantice a sus profesores y a sus estudiantes y a todo el mundo sus derechos democráticos, para que puedan opinar sobre todas las decisiones administrativas y académicas de la universidad.

Insistamos en que lo que más le sirve al conocimiento es un ambiente de democracia y, por supuesto, de libertad de cátedra y de investigación. A nadie lo deben obligar a pensar de una determinada manera, porque, insisto, es en el debate y en la controversia cómo avanza el conocimiento.

Los colombianos debemos esforzarnos por hacer un acuerdo nacional al respecto. Yo sé que es difícil, pero ojalá fuéramos capaces de hacer un acuerdo que nos permita avanzar en las direcciones que he planteado.

 

JORGE ENRIQUE ROBLEDO

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