La cuarentena y sus efectos

José Adrián Monroy

Esta nueva prueba que está enfrentando el mundo tiene consecuencias que van más allá de la crisis en salud pública, o la dura recesión económica que se vive y la que se viene; se trata de la situación que debe enfrentar cada persona por cuenta del confinamiento obligatorio como resultado de la cuarentena decretada.
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Quizás esa ha sido una de las cosas más difíciles para muchos, tener que sacrificar su libertad para sobrevivir, pues la única manera de frenar la propagación del virus es evitar el contacto con el menor número de personas posible, es decir, no estar expuesto al contacto con los demás; por eso resulta indispensable quedarnos en casa.

Estoy seguro de que superaremos este fuerte impase, no obstante, es inevitable que el estar encerrados nos produzca un temor natural por lo que está pasando; revisar una y otra vez las cifras de contagiados y muertos en el país o en nuestra ciudad, ver y escuchar la cantidad de información que sin control y veracidad circula por las redes sociales, diversos testimonios de médicos y de los que no lo son, enseñando a cómo combatir el virus, no contribuyen en nada a soportar el hecho de que debemos y necesitamos estar resguardados.

Entonces, le surge otra arista al problema y es el encierro. Lógicamente es algo a lo qué hay que prestarle atención porque según parece, esto va para largo y hasta ahora estamos empezando. La Universidad Complutense de Madrid en España, uno de los países más afectados por el coronavirus, ha elaborado un estudio durante la semana del 15 al 22 de marzo entre 2.000 personas que ya arroja resultados psicológicos sobre el encierro: insomnio, crisis de ansiedad, angustia, depresión, irritabilidad, enojo, recuerdos traumáticos o pesadillas. Además, se describen cambios persistentes en la personalidad con apatía, desconfianza, ideas de prejuicio, reacciones agresivas y miedo.

Según los psicólogos, para no caer ante estos males existe la resiliencia, una palabra que muchos usan por moda pero que desconocen su real significado, y es la capacidad de afrontar la adversidad de un modo creativo y transformador. El término viene de la física y se refiere a la capacidad de ciertos materiales de resistir fuertes tensiones y volver al estado anterior. Actualmente se aplica al campo de la sociología, la educación y la salud mental para estudiar las capacidades de superación ante la adversidad de personas o grupos.

Así que mi sugerencia para combatir los estragos de estar en la casa es a tener despejada la mente, a mantenerla ocupada de manera positiva con imaginación e inventiva, a orar, independientemente de la religión que profese o en lo que crea, ya que es muy útil para alimentar el espíritu y el alma. Ser resilientes, es la mejor forma de soportar el confinamiento.

JOSÉ ADRIÁN MONROY TAFUR

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