La indolencia, uno más de nuestros males

José Adrián Monroy

Colombia es el país de las contradicciones; lo que mueve la opinión y nos escandaliza, gira entorno a lo que pase con Uribe, Petro, Duque, Santos, las Farc, e incluso, en redes sociales es tendencia el ridículo que constantemente hacen personajes para ganar likes y protagonismo.
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No obstante, aquí suceden cosas de las cuales nadie se inmuta, o tan solo unos pocos elevan su voz de protesta sin tener mucho eco. Hace algunos días, la Fiscalía General de la Nación descubrió que en colegios de Bucaramanga y de algunos municipios del departamento de Santander se suministró a los estudiantes carne de burro y caballo. Algo inaudito.

Según la investigación de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos de la Fiscalía, en trabajo articulado con la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional, dieron a conocer que un proveedor de los operadores del Programa de Alimentación Escolar, PAE, en asocio con otras personas, compraba caballos y burros, muchos de ellos enfermos o muertos, en la Costa Atlántica. 

Con guías de movilización falsas, trasladaban los animales hasta Bucaramanga y allí los sacrificaban. La carne era tratada con químicos para alterar la contextura, intentar hacerla más blanda y darle un color rojizo. Luego, la empacaban al vacío y le ponían sellos de empresas dedicadas a la comercialización de carne de res. Todo esto sucedió entre los años 2018 y 2019, cuando semanalmente se entregaban entre 2.000 y 2.500 kilogramos de carne que le representaron al delincuente y sus cómplices unos ingresos superiores a los 500 millones de pesos. 

Solo en la mente de un enfermo se puede gestar la idea de falsificar el alimento para miles de niños que, en muchas ocasiones y gracias al PAE, es la única opción que tienen de ingerir un alimento al día; en este sentido, debe reconocerse la labor que realizó la Fiscalía para poner en evidencia tan terrible práctica; por lo tanto, es necesario que desde el Ministerio de Educación y los entes territoriales, hagan una supervisión exhaustiva a la ejecución de todos los programas de alimentación escolar que se dan el país, con el propósito de que no se repita lo sucedido en Santander.

Es increíble hasta dónde puede llegar la ambición de algunos y como a otros, poco o nada les importa lo que pase con los demás; la indolencia, también es una de las enfermedades que nos agobia como sociedad.  He visto, sobre todo en redes sociales, como muchos reclaman vivir en un mejor país, sin embargo, a veces creo que lo que se necesita en este país es una mejor gente.

JOSÉ ADRIÁN MONROY

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