Sobre nuestra Fuerza Pública

José Adrián Monroy

En medio del constante debate en el que está inmerso el país, por temas de todo tipo, hay uno en especial que merece no ser tratado a la ligera ni adornarlo con especulaciones, verdades a medias o distorsionadas y menos con falsedades; la controversia que gira entorno a nuestra fuerza pública.
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Para empezar, creo necesario conocer cómo concibe la Constitución Política de Colombia a la fuerza Pública; al respecto, el artículo 216 establece: “la fuerza pública estará integrada en forma exclusiva por las Fuerzas Militares y la Policía Nacional”. A su vez el artículo 217 define cuáles son las fuerzas militares así: “La Nación tendrá para su defensa unas Fuerzas Militares permanentes constituidas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea”; también, señala su propósito: “Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”.

En cuanto a la Policía, el artículo 218 de la misma constitución dispone: “La Policía Nacional es un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, a cargo de la Nación, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz”.

Traigo esto a colación por varias razones, por un lado, es importante hacer énfasis en el origen normativo de nuestras fuerzas militares y de policía, pues les da legitimidad dentro de nuestro estado social de derecho; por ende, cualquier intención de reestructuración o modificación de estas instituciones, se tendría que reformar la constitución y la ley.

Bajo estas circunstancias, no es tan sencillo abordar la idea de una reingeniería a la Policía o al Ejército como solución a unos hechos desafortunados, donde han estado involucrados algunos uniformados. Lo fácil es pedir cambios por el calor del momento y la presión de la opinión pública y los medios de comunicación, pero ninguno, de los que atacan, critican y exigen, son propositivos o aportan argumentos que permitan devolverle a los ciudadanos la confianza y el respeto por su fuerza pública.

Además, tampoco puede hacérsele eco a la generalidad de condenar, por el error de unos pocos, a todo el Ejército o la Policía, haciéndolos pasar como los malos de la historia cuando gracias ellos y a su labor, es que esta sociedad no está sumida en el caos y la anarquía. Desde luego, hay cosas que corregir, debe insistirse en la profesionalización del oficio, con capacitaciones para los hombres y mujeres que componen estas instituciones, para que puedan ejercer la autoridad sin excesos; y del mismo modo, se debe rechazar la actitud de los díscolos, quienes en la calle creen que todo lo pueden, pasando por encima de las normas que nos rigen como sin que nadie les diga nada, ellos también son responsables de los hechos desafortunados que suceden. 

JOSÉ ADRIÁN MONROY TAFUR

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