Álvaro Gómez Hurtado: Su muerte continuará impune

José Adrián Monroy

Las Farc reconoció que fueron ellos los que asesinaron a Álvaro Gómez, una confesión que dejó más dudas que cosas claras; por ejemplo: ¿Por qué, después de tantos años, este grupo guerrillero se adjudica su muerte?, ¿quién fue el determinador?, ¿quién ejecutó el homicidio y con qué fin lo hicieron?, ¿será, que su confesión se hizo con el propósito de hacerle el quiebre a la Fiscalía y poder llevar la investigación a la JEP?
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Si realmente se quiere esclarecer el magnicidio de Gómez Hurtado, debe exigirse a las Farc que respondan esas y muchas más preguntas que nos hacemos los colombianos, de lo contrario, esa repentina y sorpresiva mea culpa de los exguerrilleros, adornaría de mayor impunidad su desaparición.

Para los que no saben quién era, Álvaro Gómez fue el ideólogo conservador más importante de toda América Latina y protagonista de la política colombiana del siglo XX; abogado, político, escritor y periodista que paradójicamente, y por cuestiones que solo pasan en el macondiano ejercicio político de este país, no pudo ser presidente de la República, porque como él mismo decía: “estoy destinado a perder elecciones, para que los que ganen gobiernen con mis ideas”. Fue asesinado el 2 de noviembre de 1995.

Fueron precisamente sus ideas las que lo hicieron inmortal. Ubicado desde la derecha conservadora, tenía una visión que sobrepasaba cualquier planteamiento ideológico, él sí era un verdadero progresista. Era tan clara la visión del desarrollo que tenía, que hoy, 26 años después de su muerte, sus postulados están más vigentes que nunca.

El acuerdo sobre lo fundamental, fue la tesis con la que fundó su Movimiento de Salvación Nacional que ha servido de plataforma política a otros partidos o movimientos políticos, el expresidente Uribe en varias ocasiones se ha referido a los postulados de Gómez Hurtado y han servido de base para su partido el Centro Democrático; hasta Gustavo Petro, en las pasadas elecciones invitó a la ciudadanía a realizar un pacto o acuerdo sobre lo fundamental, también parafraseando y elogiando sus ideas.

Sus principios eran claros, pertinentes y profundos: La seguridad, en donde a los delincuentes les dé miedo delinquir, un Estado en donde las personas de bien se sientan seguras en todos los aspectos. La recuperación de la moral pública como base de la sociedad; el restablecimiento de la justicia donde sea aplicada de manera equitativa y equilibrada sin ningún tipo de privilegios. La adopción de un modelo económico que procure el desarrollo equilibrado con justicia social y la preservación de los recursos naturales. Objetivos que apuntan hacia la reconquista del derecho a vivir en paz y a construir un futuro amable y justo para los colombianos, luchando siempre por el principal enemigo del país, la pobreza.

Que diferente sería Colombia si se aplicara un poco de lo que avizoró Álvaro Laureano Gómez Hurtado; que diferente sería nuestro país si los ciudadanos votaran motivados por los argumentos y las ideas, en donde el bienestar colectivo prime sobre el individual. Ese sí debería ser el pacto que realice esta sociedad que tanto ha sufrido, un acuerdo en el que dejemos la polarización, las divisiones y las superficialidades de lado y nos concentremos en lo fundamental. 

 

JOSÉ ADRIÁN MONROY TAFUR

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