Campanazo de alerta

José Adrián Monroy

El mundo quedó perplejo ante lo que sucedió la semana pasada en Estados Unidos, cuando una horda de simpatizantes republicanos Pro-Trump, atizada por el discurso incendiario del mandatario, solo minutos antes por redes sociales, se tomó a la fuerza el Capitolio para tratar de impedir que los legisladores certificaran el triunfo del demócrata Joe Biden en las pasadas elecciones.
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Los vándalos destruyeron puertas y ventanas, golpearon a policías, se metieron en las oficinas de congresistas para robar documentos y computadores, profanaron monumentos y hasta intentaron reemplazar la bandera estadounidense que ondea en el Capitolio con una de ‘Trump 2020’. Fueron más de cuatro horas de caos y anarquía que dejaron cinco muertos y al país sumido en una crisis política con pocos antecedentes. Un evento que fue descrito, tanto por demócratas como republicanos, como un acto de terrorismo e insurrección.

Pero, ¿por qué genera tanto revuelo lo que pasó en USA?, porque dentro del contexto global, Estados Unidos es un referente de solidez democrática y de fortaleza institucional; toda vez que, fue precisamente el respeto por la instituciones, la que aguantó un ataque directo al corazón de la democracia al tratar de impedir que se reconocieran unas elecciones de las que no se pudo comprobar fraude, para permitir que Trump, a la fuerza, continuara atornillado en el poder por otros cuatro años más.

Fueron las mentiras, la demagogia, la manipulación de la información, el auspicio a la supremacía blanca que le abrió la puerta nuevamente a la xenofobia y el odio, las herramientas políticas con las que Trump polarizó a la sociedad estadounidense. Entonces, todo esto nos debe servir de ejemplo para que aquí no lleguemos a lo mismo; es un campanazo de alerta para que no sigamos recorriendo el camino que ya iniciamos.

Basta con ver la permanente confrontación en redes sociales de Uribistas, Petristas, los del centro y en general, entre todos los que piensan diferente; nuestra sociedad está dividida y fracturada, llena de contradicciones e inconformismos con o sin razón. No obstante, la única manera de poder dirimir todos esos conflictos políticos e ideológicos es por la vía de la democracia: pues es el único sistema que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, por eso es de vital importancia protegerla.

Por lo tanto, es justo que aprendamos lecciones para no terminar mal. La reciente muestra fue Estados Unidos, ya hemos visto lo que ha pasado con Venezuela, Chile o Argentina, en donde las vías de hecho solo cobraron vidas y destrucción. Ya estamos advertidos.

JOSÉ ADRIÁN MONROY

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