Panorama incierto

Juan Carlos Aguiar

Los anuncios del laboratorio Moderna en Estados Unidos y de la Universidad de Oxford en Inglaterra sobre los prometedores avances en sus vacunas, son una luz de esperanza en una época extraña y convulsionada. Cada vez son más los conocidos y amigos que dan positivo por coronavirus.
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Cada vez son más quienes lamentan la pérdida de un ser querido. Hoy, la humanidad trabaja intensamente en busca de una solución y nuestros recursos se destinan a apoyar investigaciones. Según la Organización Mundial de la Salud, desde que se decretó la pandemia en marzo pasado, se han iniciado al menos 160 desarrollos en busca de la vacuna, unos más avanzados que otros.

Mientras los médicos persiguen a pasos agigantados tratamientos más efectivos y los expertos en desarrollo tecnológico trabajan arduamente en nuevas y mejoradas estrategias para proteger la vida, los seres humanos, en su mayoría, seguimos confinados en la medida en que nuestras propias realidades nos lo permiten. Unos más que otros. 

El miedo al virus sigue latente en el ambiente, pero cada quien, a su manera, trata de seguir adelante. Difícil determinar quiénes lo hacen bien o mal. Muchos encuentran en los tapabocas y el distanciamiento social la protección, al tiempo que otros optan por volver rápidamente a esa realidad de la que tanto nos quejábamos, pero que extrañamos más que nunca. Incluso, algunos parecen retar a un destino vestido de virus del que hoy muchas cosas se dicen y pocas se comprueban. Son inciertas las secuelas que el denominado Covid-19 deja en el organismo humano. ¿Habrá daños colaterales en nuestros cuerpos, que aparecerán con el tiempo y nos pasarán factura? Nadie se atreve a responder con total certeza.

Las que se pueden comprobar y a simple vista, son las afectaciones en la economía del mundo. Están allí, bajo la mirada escrutadora y preocupada de todos. Los 30 millones de desempleados en Estados Unidos sumados a la contracción de la economía en la primera potencia del planeta, son el reflejo contundente de lo que está sucediendo en otras latitudes. La diferencia es que el gigante norteamericano tiene un músculo financiero como pocos y esto hace que allí la situación pareciera ser más llevadera que en las naciones donde se negocia en devaluados pesos, bolívares, soles, colones y un largo etcétera de nombres para las divisas de pequeños mercados tercermundistas. Al ritmo que vamos, una vez superada esta pandemia, los países generadores de dólares, yuanes o euros, podrán tener una recuperación en un menor plazo que el resto del mundo. Y son precisamente las naciones más vulnerables las que verán amenazadas sus posibilidades de levantarse rápidamente y de enfrentar con solidez los retos del post coronavirus. Infortunadamente Colombia, con una de las cuarentenas más largas del planeta, hace parte de este segundo grupo, que es el más grande. El reto ahora es soportar el duro golpe con entereza y mucha paciencia, pues seguramente el enfriamiento de la economía mundial lo seguiremos padeciendo durante los primeros meses del 2021. Solo la confirmación de una vacuna con resultados muy positivos y, especialmente, que sea producida masivamente y a un costo tan bajo que se aplique a la humanidad, nos podrá permitir el regreso a nuestra vieja vida en la que iniciemos la etapa de reconstrucción. No quiero sonar fatalista, solo realista para que nos preparemos para lo que está por venir y seamos capaces de aprender las lecciones de un enemigo invisible. Solo así seremos capaces de dejar a un lado la soberbia que nos caracteriza a los humanos para dar un paso gigante hacia el futuro.

JUAN CARLOS AGUIAR

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