Gran consejo

Juan Carlos Aguiar

“Los colombianos nos pronunciamos cuando surge un movimiento internacional, pero no lo hacemos cuando ocurre algo en nuestro país. Lo veo como una gran falta de sentido de pertenencia”.
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Dos frases que me llegaron en un mensaje privado por Instagram, y que inevitablemente me hicieron pensar. Sobre todo, porque esas palabras están cargadas de mucha razón: los colombianos nos unimos para rechazar los graves ataques que ocurren lejos de nuestras fronteras, pero pareciera que no nos conmovemos, al menos en un solo bloque, por los atentados que violentan nuestra dolorida y polarizada sociedad. Sucedió en 2015 cuando un comando armado atacó las instalaciones de la revista satírica Charlie Hebdo en París.

Casi de inmediato nos volcamos a cambiar nuestra foto de perfil en Facebook y otras redes sociales, por una con los colores de la bandera francesa y una frase que decía “Je suis Charlie Hebdo”. ¿Se habrán enterado los franceses de este gesto tan generoso por parte de los colombianos? No sé, pero si así fuera, seguro que lo agradecieron con el alma. Más recientemente, el pasado mes de mayo, las redes sociales en Colombia se inundaron con mensajes de repudio por la muerte, a manos de un policía, de George Floyd, un hombre que durante casi nueve minutos dijo que no podía respirar mientras tenía sobre su cuello la rodilla del oficial.

Muchos hicieron sentir su solidaridad con la comunidad negra estadounidense usando el hashtag #BlackLivesMatter, un movimiento que surgió en 2013 en Estados Unidos, para rechazar la violencia contra esta raza en el país más poderoso del mundo. No escribo esto para criticar manifestaciones espontáneas a favor o en contra por hechos que trascienden nuestras fronteras y que llenarán páginas de los libros de historia. Ni más faltaba. Es mucho más una invitación para que esa misma pasión que imprimimos para acompañar, repudiar o apoyar hechos en latitudes tan lejanas, la usemos para lograr cambios significativos en nuestro presente.

En Colombia también algunos policías han empañado el nombre de su institución, asesinando a personas inocentes como George Floyd; también, al igual que sucedió con Charlie Hebdo, criminales han atacado las instalaciones de Caracol Radio o de RCN Televisión, por poner dos ejemplos. Motivos para protestar nos sobran. Paramilitares y fuerzas oscuras asesinan líderes sociales sin que nada detenga este desangre, disidencias de las Farc masacran hombres de nuestra Fuerza Pública, políticos corruptos se roban de frente el dinero que es para la supervivencia de los más necesitados. Han acabado con la salud, con la educación, con la seguridad, con la infraestructura. ¿Necesitamos más motivos para unirnos en una sola voz de rechazo? No creo.

Aquel mensaje de Instagram comenzaba con un amoroso “Hola tío, buenos días”, y lo escribió María Daniela, la hija mayor de mi hermano. Apenas tiene 16 años y sus palabras me devolvieron con ímpetu la confianza en el futuro. Quizás ella y la generación tan joven a la que pertenece, logren ese cambio que tanto hemos buscado, sin éxito, nuestra generación y las que nos precedieron. Me contó que, inquieta por la realidad de esa única patria que conoce, estuvo hablando del tema con sus papás. Terminaba, a su corta edad, con un consejo: “Creo que puede ser un buen tema para alguna de tus columnas”.

Y aquí estoy escribiendo sobre esto, porque ella tiene razón, es hora de que entendamos que primero tenemos que organizar nuestra casa por dentro, antes que buscar arreglar los problemas del vecindario, por muy graves que sean. Los nuestros deberían ser prioritarios. Jóvenes como tu son los que necesita Colombia. Gracias ‘Princesa’, por ser parte de mi conciencia.

JUAN CARLOS AGUIAR

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