El amor en los tiempos del Covid

Juan Manuel Díaz

Quién iba a pensarlo. Luego de los acostumbrados besos, caricias, y abrazos; la forma de relacionarnos cambió drásticamente para darle paso a la frialdad de la virtualidad, y de allí todavía no salimos. Algunos matrimonios prendidos de un hilo no resistieron y se disolvieron, y otras tantas parejas afortunadas afianzaron su amor en medio de cuatro paredes, al tiempo en el que las restricciones impuestas para evitar los contagios, los obligaron a estar encerrados.
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Algunos amigos dejaron de serlo ante la incapacidad de mantener viva la llama del colegaje y el cariño sincero en medio de la tormenta, mientras que otros demostraron en poco tiempo, que estaban “pa’ las que sea”, y a punta de tapabocas y alcohol, estuvieron en las malas y en las remalas.

Muchos proyectos empresariales quedaron en ruinas, y otros como el ave fénix renacieron con un poquito de providencia divina. Algunos emprendedores juiciosos lograron surgir con trabajos que ni siquiera ellos mismos sabían que podían hacer, pero lo más importante, es que muchos le ganaron la batalla a la muerte, y esa es la mayor victoria. 

Hoy, luego de varios meses de esa “nueva normalidad”, poco a poco la calma ha retornado. Los sueños pausados se han ido des pausando, y la vida ha seguido bajo la esperanza de la vacuna, que, para esta semana, inició con la priorización de los jóvenes de 20 años en adelante.

Afloran muchas reflexiones en medio de lo vivido, especialmente en los temas personales. Aquellas pequeñas acciones hechas por los otros en los tiempos difíciles, son la muestra fehaciente que para “estar” hay que “ser”, y que aquello va cimentado bajo la confianza, la incondicionalidad, el respeto mutuo, el interés mutuo. 

Coincidencialmente aquellos valores escasean, pero rara vez en la familia, y cuando digo familia, me refiero a quienes se pueden considerar así, porque llevar los mismos apellidos o ser “parentela” no garantiza cariño, ni lealtad, y hay muchos amigos que se convierten en familia, ante la ausencia de la misma.

El amor en los tiempos del Covid no es más que el amor real y palpable en los tiempos difíciles, el que debe trascender peleas innecesarias y rencillas comunes, pero también esos vendavales que a veces la gente no espera. 

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. Jamás se extingue”. Si el amor no es así, es porque nunca lo fue.

 

JUAN MANUEL DÍAZ

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