Llegó diciembre con su alegría

Juan Manuel Díaz

Como un pájaro en el parabrisas llegó nuevamente el mes más esperado del año. La sensación de esperanza, armonía y de mejores tiempos, siempre llegan junto a las “rolas” de Pastor López, Los 50 de Joselito, Guillermo Buitrago, y otros inmortales que cada diciembre salen a amenizar cuanta fiesta hay. Sin duda el ambiente es distinto.
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Luego de casi dos años de pandemia, de muerte, de enfermedad, de pobreza, poco a poco el mundo intenta recuperarse, y sobreponerse a lo angustioso del virus. La llegada de las vacunas fue el regalo de navidad adelantado, para muchos, sobre todo porque está comprobado científicamente que redujeron las muertes desde que se ha ido alcanzando la inmunidad de rebaño. Hoy si bien, todavía se mantienen vigentes las medidas de autocuidado como el tapabocas y el lavado de manos la tranquilidad es mayor.

El último mes del año es especial porque también se comienzan a hacer los balances de siempre. Lo que se hizo, lo que se dejó de hacer, las personas que partieron este año, (y aquí recuerdo con nostalgia a mi abuela Gabriela) los que lograron ganarle la batalla a esa terrible enfermedad, y con ello aprovecho para felicitar a mi papá, quien perdió a su madre, pero a la vez le ganó la batalla al Covid y mañana puede celebrar un cumpleaños más. Siempre es bueno reflexionar, sobre los desaciertos, los errores, las malas actitudes, y las cosas que no se están haciendo bien. Diciembre se presta para todo eso.

Las luces navideñas, el arbolito, las comidas, las incontables reuniones, novenas, las maratones de películas de Papa Noel, no deben ser tarea para después. El tiempo se va y no regresa, y justamente quienes tenemos una concepción cristiana de la navidad, creemos que esta época se trata de perdonar, de unir lazos, de reconocer faltas, pero también de compartir con la familia y los amigos cercanos que quizás el otro año falten.

Mi llamado, hoy 1 de diciembre, es el mismo que hago cuando llega el mes que más me gusta: tolerancia, comprensión, unión familiar, y sobre todo perdón. A veces nos cuesta mucho perdonar y sobre todo ponernos en los zapatos de los demás y ahí me incluyo, pero es necesario hacerlo.

No podremos borrar las muertes por conductores borrachos, ni los niños quemados con pólvora, ni nada de eso feo que se repite año tras año, pero lo que sí podemos hacer es evitar ser malos ciudadanos, generar conciencia, y sobre todo cuidarnos y cuidar a los demás. Que viva diciembre, diciembre bonito, con sus aguinaldos y sus villancicos.

 

JUAN MANUEL DÍAZ

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