Sistema de salud colombiano, entre la corrupción y la demagogia

Julián Ricardo Rodríguez Soto

Tal como ocurren las crisis, poco o ninguno la pudo vaticinar, menos aún en las dimensiones que la estamos viviendo, el Covid-19 y su capacidad de contagio se convirtió en menos de un mes, en un virus chino en una pandemia mundial, lo que ha requerido de la máxima capacidad de los sistemas de salud, en Colombia y en Latinoamérica estos sistemas presentan muchas deficiencia, lo que aumenta la vulnerabilidad de los habitantes del país, frente a una pandemia tan peligrosa.
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Por ello, muchas noticias circulan por estos días, que hay una subestimación en el número de contagios, que las pruebas no son suficientes, que las camas en hospitales no serán suficiente, incluso que en algunas regiones los servicios escasean o no existen, que los insumos no alcanzan y que los profesionales de salud no están bien remunerados y sus condiciones laborales son en algunos casos deplorables. Las denuncias van y vienen de todos los lados.

Ante una situación tan alarmante, vale la pena denunciar que todos hemos contribuido a la afectación del sector salud, una Ley 100 que en mención de la cobertura, permitió que la salud de un servicio vital y consagrado por la constitución se convirtiera en un mercado persa, donde los privados maximizan sus ingresos a costas de mitigar o restringir muchos servicios, en esto los políticos y dirigentes han tenido mucho que ver.

Los ciudadanos del común también tenemos parte en la crisis del sector salud, cuando pretendemos o hacemos uso de servicios de salud bajo el amparo de beneficios sociales; el Sisbén es el albergue social de muchos informales, independientes y trabajadores de cuenta propia que no hacen aporte a la seguridad social, incluso algunos con la capacidad suficiente para acceder al sistema contributivo de salud. Esta problemática funciona en doble vía una comunidad que se niega a hacer aportes aduciendo un sistema corrupto y un sistema administrado por políticos que comercian votos, a cuenta de mantener beneficios y subsidios, lo cual hace perenne el círculo de la pobreza y el asistencialismo.

Por ahora, las medidas de aislamiento han tenido buenos resultados y el #QuedateEnCasa es también una buena alternativa, estas en su justa medida responden a la baja capacidad de un sistema de salud golpeado, desangrado y mercantilizado, donde parece que todos tenemos algo de responsabilidad o de omisión, como dice el refrán popular, las goteras aparecen en invierno y se tapan en verano.

Esperemos que después de la pandemia del coronavirus y de las consecuencias económicas y los desafíos sociales del aislamiento preventivo, el país en cabeza de sus dignatarios dignifiquen el sistema de salud y le otorguen la verdadera importancia ¿Si la salud es pública, por qué tiene que ser administrada o mercantilizada por unos pocos particulares?

JULIÁN RICARDO RODRÍGUEZ SOTO

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