Con el bravo pueblo

José Félix Lafaurie Rivera

Cuando vi esa foto en el diario hace unos días, no tenía mis gafas de lectura y pensé que se trataba de otro aparatoso desfile del dictador norcoreano, para mostrarle los dientes a Trump en medio de la tensión en la zona. Cuando pude ver en detalle, en primer plano había mujeres que lucían como amas de casa –y lo eran–, hombres mayores, personas del común mal disfrazadas de militares y algunas con fusil en bandolera. Eran las milicias bolivarianas del socialismo del Siglo XXI al servicio de la tiranía, que no es solo Maduro, sino también los narcotraficantes Cabello y El Aissami que le mueven los hilos, mientras a ellos se los mueven desde la Cuba de los Castro.

El coronel está preso en su laberinto y la única salida que encuentra en su delirio es el negacionismo. Mientras el FMI proyecta inflación del 720% para 2017 y del ¡2.000% para 2018!, mientras el desempleo está en 21% y llegará al 25% el año que viene, y mientras millones de personas hastiadas le perdieron el miedo a la calle y protestan todos los días, enfrentando una represión que nos recuerda los más abyectos regímenes comunistas, Maduro insulta la inteligencia del mundo con su cuento de la guerra económica del imperialismo, y sigue insultando la dignidad de Colombia, mientras el Gobierno Santos, enredado en la trampa de las Farc y de Cuba y Venezuela como garantes –¡vaya garantía!–, prefiere pasar de agache con tímidas declaraciones que no descuadren su proceso de paz. Con su más enérgico pronunciamiento –“La revolución bolivariana fracasó”– del cual hoy debe estar arrepentido, el chafarote de al lado se sintió traicionado y hoy le cobra a Santos el favorcito del apoyo a las negociaciones, mientras amenaza con revelar sus secretos, que los debe haber, no me cabe duda.

Estamos con el bravo pueblo. La respuesta valiente y multitudinaria de la oposición contrasta con las manifestaciones oficialistas, en las que Maduro baila con sus compinches como si el país estuviera para fiestas. Son las contramanifestaciones de los empleados públicos, forzados a marchar so pena de perder sus trabajos; son los beneficiarios de las misiones, acostumbrados al subsidio sin esfuerzo; son los militares pelechando en medio del caos; son los milicianos, consentidos del régimen, que pronto recibirán su AK – 130 de producción nacional; todo ello mientras en otros lugares del país se reprime, se silencia a los medios, se arresta y se asesina, con una lista de muertos que crece a diario.

Aislado cada vez más de occidente, Maduro se refugia en sus nuevos aliados: Los rusos, que le venden armas y le construyen fábricas de fusiles; los chinos, a los que les debe el país entero; los cubanos, mentores ideológicos y colgados del suministro de petróleo y las rutas del narcotráfico; los iraníes, los peores enemigos de Estados Unidos, razón suficiente para el afecto de Maduro, además de los colegas que le quedan del Socialismo Bolivariano, comenzando por el sátrapa nicaragüense.

Pero con los Estados Unidos de Trump la cosa es a otro precio: La inclusión del vicepresidente El Aissami en la lista Clinton; la visita de Lilian Tintori, que le cayó a Maduro como a Santos la de Uribe y Pastrana; las exigencias de liberación de presos y elecciones, y la reciente declaración del Secretario de Estado, según la cual “Maduro está violando su propia Constitución”. ¿Qué pasará ahora, luego de la confiscación de la planta de GM? Maduro juega con candela y Santos también, atrapado como está entre la rubia y la morena. 

@jflafaurie

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