Parece como si el espíritu de Álvaro Gómez anduviera en estos días por estos lares, no solo para urgir a la Fiscalía a declarar de lesa humanidad su propio magnicidio, sino para recordarle a los colombianos su mensaje de un “acuerdo sobre lo fundamental”, hoy necesario frente a un tema –las negociaciones de La Habana– que ha generado una polarización sin precedentes en el país.
Como mencioné en mi anterior columna, el tono ambivalente del documento destapado sobre la Reforma Rural Integral, le permitirá a las Farc pensar en una reforma agraria con extinción de dominio sin indemnización para los propietarios legítimos, y al Gobierno “mantener” el discurso de la garantía del derecho a la legítima propiedad privada.
“No habrá nuevos impuestos” esculpió en piedra Juan Manuel Santos en 2010. Para la misma época, aludiendo a una frase que atribuyen a Nietzche, y tratando de ambientar lo que después serían los diálogos con las Farc, afirmó que “solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”.