Sí se pueden mejorar las cosas

César Tulio Laserna Ruiz

Me ocupo hoy de lo que tiene tiene que ver con nuestra forma de ser en general y a lo que se requiere para mejorar a Ibagué como ciudad. Está bien situada, a menos de tres horas de Bogotá, que es la capital, la que más turismo nacional aporta y esto por personas que quieren cambiar de clima, de alimentos y de paisajes.

Con todo estamos muy lejos de ser sitio turístico competitivo, eso lo tenemos claro todos. Para mejorar esto es fundamental dar mantenimiento a la malla vial: hueco que aparezca, hueco que se tapa, esto es especialmente cierto tratándose de las vías principales y de las que tienen que ver con lugares que tengan atractivo turístico. Se hace necesario recoger escombros, muebles viejos y colchones deteriorados. Esto tiene que ver con la cultura ciudadana y, desde luego, con un trabajo oficioso permanente de la entidad que lo tenga a cargo. Los lotes abandonados deben de ser controlados, en estos se bota basura, son sanitarios públicos, lugares para el consumo de sustancias y el atraco.

Cada propietaria de inmueble debe mantener los andenes y las fachadas en buen estado, eso da una buena impresión y mueve la economía. A todos los jardines y parques se les debe dar mantenimiento. La base de todos los postes del alumbrado debe permanecer pintada en forma uniforme. Las barandas de los puentes deben ser pintadas por lo menos cada dos años. Los separadores de las avenidas deber ser pintados y con mantenimiento en su zona verde. Los cables de la luz, teléfonos y televisión deben ser subterráneos.

A los comerciantes y a sus empleados se les debe capacitar para que entiendan que al que pide un servicio o compra algo se le debe de dar un buen trato, esa persona queda agradecida, por lo tanto vuelve y dice a sus conocidos lo bien que lo trataron. En Ibagué he conocido por lo menos tres casos que califican en ese sentido con cinco: en un almacén del centro, cuando me atendieron muy bien, pedí permiso, salí a la calle y comprobé que estaba en Ibagué. Eso me gustó mucho: como viajo a Medellín con alguna frecuencia, pensé que me había equivocado, que estaba en esa ciudad, en donde el trato al que quiere comprar es de primera. En otro lugar, a la salida para el Norte, me pidieron disculpas por la demora en el servicio y eso dado que había mucha demanda. En otro lugar, al bajarme del vehículo por cable, me ofrecieron el primer tinto gratis de bienvenida. Así es como se atiende a la gente. En el Eje Cafetero y en Antioquia cualquier persona, sin una cultura especial, sabe que de eso dependen los buenos resultados.

Tenemos un nevado a escasos minutos del centro de la ciudad y no le damos mantenimiento a la vía que conduce al mismo. A El Rancho y al nevado mismo los tenemos abandonados a su suerte. Los negocios a lo largo del camino no siempre están a la altura de los del Eje Cafetero, en calidad, servicio y, desde luego, higiene. Ese recorrido debería estar sembrado a lado y lado de flores campesinas como el caracucho. Nadie hace nada en ese sentido, simplemente hay monte, la gente bota escombros y, peor aún, nadie los recoge. Estoy convencido de que sí se pueden mejorar las cosas.

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