Herveo sí tiene quien le escriba

libardo Vargas Celemin

Conocí a Jaider Muñoz en una visita a Herveo. Por entonces él era un estudiante de bachillerato y se acercó a mí para mostrarme unos poemas.
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Inicialmente me preparé para escuchar unos versos melifluos, porque creí que se trataba de poemas amorosos que escriben los jóvenes, cuando intentan iniciar su viaje por las letras. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré con una voz poética que hablaba de temas distintos al olor de los jazmines, con un tono y un ritmo propio.

Jaider se vinculó a la alcaldía y en una ocasión me invitó para que viera los libros que el Ministerio de Cultura le había enviado al municipio, donde él oficiaba de bibliotecario. Se trataba de mil libros, un verdadero canon de autores contemporáneos. Por algún tiempo no volví a saber del poeta, sin embargo, estaba convencido de su vocación literaria, la cual, como lo afirma Vargas Llosa, “es una dedicación exclusiva y excluyente, una prioridad a la que nada puede anteponerse, una servidumbre libremente elegida que hace de sus víctimas (de sus dichosas víctimas), unos esclavos”. 

En el año 2019 vi de nuevo Jaider, esta vez en la biblioteca Darío Echandía, donde oficiaba como ponente en un Encuentro de Colombianistas, donde pude evidenciar su crecimiento intelectual. Hace unos días me llamó para contarme de la publicación de “El corazón del miedo”, una novela que hace de Herveo el escenario central de las múltiples voces narrativas, no solo como elemento descriptivo, sino también como personaje creador de la atmósfera que respiran los protagonistas de estos relatos. 

Ese pueblo anclado en la Cordillera Central; vigilado por el nevado del Ruiz y levantado cerca de la cantera de magma de Cerro Bravo, con ríos que se desgajan vertiginosos en busca del Magdalena y en cuyas riberas crece el verde y se perfilan los acantilados, se convierte en el centro de las evocaciones, de estas historias de quienes llegaron con la colonización antioqueña, esparcieron sus genes machistas, practicaron la violencia sexual, y una extrema religiosidad. Pero años después una generación de mujeres, desde sus visiones artísticas, crean una ruptura para conquistar el respeto y reivindicar su autonomía.

Esta novela llena de intertextualidades con la música, la pintura, la literatura, que a veces parecen excesivas, al igual que listados de personajes del pueblo, se compensan con virtudes, como la estructura, manejo de los narradores y un lenguaje que colinda con el lirismo. 

William Ospina en el 2019 publicó “Guayacanal”, donde habla de la gesta de antioqueños pobres que buscaron el sur para fundar pueblos como Padua, corregimiento de Herveo. Ahora Jaider Muñoz, con una prosa contemporánea y un manejo diestro de las técnicas narrativas, se erige, como el segundo novelista que le escribe a Herveo.

LIBARDO VARGAS CELEMIN

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