El cine colombiano también da satisfacciones

libardo Vargas Celemin

Más allá de las efímeras menciones con que los medios registran un premio internacional, el cine colombiano ha ido explorando las rutas que cumplan con uno de los papeles fundamentales de este arte: representar simbólicamente la realidad desde distintos enfoques.
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En Colombia es una proeza hacer cine. Pocas son las empresas que le apuestan al patrocinio de un largometraje, hay dificultades de tipo financiero, carencia de equipos y falta de cultura cinematográfica generalizada. Sin embargo, se avanza gracias a la creatividad y al entusiasmo de muchos “gomosos” que comprometen sus escasos recursos, gestionan estímulos del Estado, estudian y de vez en cuando logran coproducciones internacionales que ofrecen una retroalimentación a los trabajadores de la imagen.

Este año la realización del 74 Festival Internacional de Cine de Cannes ha sido pródigo con Colombia. “El Premio del Jurado”, que es un galardón alterno fue concedido a “Memoria”, obra colombo-tailandesa filmada en Bogotá y en Pijao (Quindío). Esta producción asume, una perspectiva intimista, psicológica y sensorial, especialmente auditiva. El sufrimiento de una mujer que se enfrenta a la pesadilla que la tortura en sus sueños y que tiene un tratamiento alegórico refleja lo que ocurre en este país. Razón tiene el actor Juan Pablo Urrego, cuando públicamente, con otros participantes del film, decidieron explicitar su pensamiento en la ceremonia de premiación:

“En Colombia nos acostumbramos a la muerte, nos acostumbraron a que matar es normal y, matar no es normal. No podemos permitir que un asesinato se nos vuelva paisaje y mañana ocurra otro y no pase nada”.

Este mismo mes el premio Luis Roederer a la mejor interprete le fue concedido a Sandra Melissa Torres por su papel en “Amparo”, dirigida por Simón Mesa y filmada en Medellín. Lo interesante de este premio es que Sandra Melissa es actriz natural y la película refleja la situación convulsa que vivió la ciudad a finales del siglo pasado, en medio del conflicto armado, el narcotráfico y demás males permanentes de Colombia. “Amparo” refleja la lucha de una mujer por evitar que su hijo vaya a servir de carne de cañón en las filas del Ejército Nacional.

Cintas como “El abrazo de la serpiente” y “El olvido que seremos”, muestran un avance en la visión estética y artística, sin caer en el facilismo de las visiones estereotipadas. Esta última dirigida por Fernando Trueba, escenificada en Medellín, con actores de Colombia y España, logró el Premio Goya 2021 a la mejor película Iberoamericana.

A pesar de las dificultades que vive el arte en Colombia, el cine se posesiona como una cantera de historias y de memoria para que el mundo conozca la verdadera tarea de esta expresión que, en palabras de Scorsese, debe promover “un peligro emocional”.

LIBARDO VARGAS CELEMIN

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