Ómicron: un reto que se debe asumir con mesura

libardo Vargas Celemin

Hace dos años apareció el COVID-19. En el 2021 se avanzó en la vacunación y las estadísticas bajaron, pero una variante parece devolvernos a la incertidumbre. El enemigo invisible ha causado la muerte de más de cinco millones de personas. ha cambiado de presentación, ahora aparece con una máscara que tiene desconcertadas a las autoridades sanitarias y ha revivido las especulaciones, las noticias falsas y el anuncio de un posible constreñimiento total.
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La variante Delta, descubierta en la India y con presencia en cien países era hasta hace unos pocos días el foco de atención. Sin embargo, parece que está siendo desplazada por la sepa sudafricana, bautizada como “ómicron”. De este brote se dice que tiene una mayor velocidad de contagio y se estudia la gravedad de sus síntomas, la eficiencia de las vacunas y la letalidad. Mientras tanto la OMS lo calificó de “alto riesgo” por su gran número de mutaciones, e instó a tomar medidas para prevenir su expansión. A la fecha ya se han detectado casos en 23  países, incluyendo dos americanos.

Aunque son innegable los avances adelantados en el conocimiento de esta patología, el control global de la pandemia sufre tropiezos para lograr las coberturas y la distribución de las vacunas, porque hay distintos factores que muestran el lado mezquino de la condición humana, entre ellos la avaricia, especialmente en quienes controlan la producción y distribución de biológicos.

La vocera de la Alianza Africana para la Entrega de Vacunas, Ayoade Alakija dijo para la BBC News que: “La aparición de esta variante era inevitable. Se debe a la falta de biológicos por el acaparamiento de los países desarrollados”. Esta verdad incuestionable nos está demostrando una vez más la insolidaridad de ese monstruo visible, escondido tras las fachadas de las multinacionales farmacéuticas con sus caretas de benefactores de la humanidad. 

El Ómicron es un nuevo reto. No debemos creer que hemos llegado a un estado igual que antes de la pandemia, ni tampoco caer en el desespero irracional. La experiencia a la que se ha visto   sometida la ciencia con el COVID 19, nos debe llevar a actuar con mesura frente a este nuevo desafío. A partir de la premisa de que la vida del ser humano está por encima de cualquier otra consideración, debemos tomar medidas racionales y comprometernos con nuestro autocuidado, sin tener que hacerlo por coerción o por dádivas que nos ofrezcan. Es necesario buscar fuentes confiables para mantenernos informados y no caer en el terreno de reproducir cuanta especulación circule en las redes o en los medios.

Confiemos en que los científicos nos aclaren las dudas pronto y el gobierno actúe inteligentemente sin pensar en los réditos  políticos que puedan derivarse de sus acciones.

 

LIBARDO VARGAS CELEMIN

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