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Una noche, al salir de un concierto en la UT, nos presentaron a José Antonio. La primera impresión marcaría la ruta de una amistad que siempre estaba iluminada por su amplia sonrisa, el efusivo abrazo y sus constantes anécdotas. Llegó con su libro “Pomala: su sangre y su canto”, un sesudo ensayo reivindicatorio sobre la vida de otro tolimense ilustre, Jesús Antonio Cruz (Martín Pomala) nacido en Ataco. Sobre este texto el crítico colombiano Ignacio Ramírez se refirió en términos elogiosos: “Sorprende en esta era de vértigos y facilismos, el hallazgo de un trabajo investigativo minucioso y serio”. Además de este libro también publicó “Casa maldita” cuentos, “El hombre no nació para morir” poemario, “80 años” autobiografía y “Lumbres secretas” poemario.
El poeta atacuno Nelson Romero Guzmán, quien creció escuchándole los versos de Pomala a los campesinos de la región, afirma que la lectura del libro escrito por Vergel, le acrecentó su interés por este poeta olvidado y por la literatura. Con el paso del tiempo Romero compartió escenario en conferencias, lecturas poéticas y demás actividades a las que se dedicó José Antonio, “un ser para quien la literatura y la amistad estaban por encima de cualquier otra consideración”.
José Antonio legó al Tolima su tesón y dinamismo como gestor cultural. Fue cofundador de organizaciones como “Amistad y mucho más”; “Grupo Filosófico Enrique Dussel”; “Academia Tolimense de la Lengua” entre otros. También participó en “La Fundación “Ibagué en Flor” y fue directivo de “La Academia de Historia del Tolima”. Su posición política siempre se destacó por su militancia y simpatía por la izquierda. El compañero Vergel hizo de la cultura su estandarte y su forma de lucha contra la inequidad social.
Sus últimos años los pasó al lado de la poeta Cecilia Rojas, quien se convirtió en coequipera de sus proyectos, pero el Covid-19 le asestó el duro golpe al llevársela y dejarlo enfrentado a la doble lucha por la pérdida de su amada y la recuperación de su propia salud. Hace ocho días lo venció la adversidad y ya no tuvo palabras, planes, ni sonrisas para enfrentar su destino.
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