Por un cambio real

libardo Vargas Celemin

Nuestra historia está marcada por la violencia, la inequidad, la discriminación, los malabarismos y travestimos de las élites en el poder que acuden, ellos sí, “al todo vale” para mantener sus privilegios y enriquecerse cada día más.
PUBLICIDAD

Las prácticas marrulleras del actual gobierno que oscilan entre el cinismo y la represión hacen parte de una falsa tradición que ha sumido este país, en un doloroso ejemplo de pobreza, pese a las potencialidades de todo orden que tenemos, cuyo desarrollo requiere una visión progresista y unos cambios estructurales para encarrilarnos hacia un proceso integral que nos permita construir la paz y respetar la vida. 

Este certamen electoral marcado por la ramplonería argumental de algunos candidatos, cuyos eslóganes de campaña se limitan a repetir frases huecas, mientras otros acuden insidiosamente a satanizar al candidato que en el pasado optó por otras formas de lucha, pero esta vez, desde la plaza pública. La mayoría de los medios de comunicación cumplen el papel de convertirse en amplificadores de los chismes y calumnias que pululan en las redes sociales y que, desafortunadamente, cuentan con audiencias acríticas que se encargan de darlas por cierto e inician las difamaciones.

La ignominiosa afrenta a que han sometido al pueblo colombiano con tanta chabacanería debe conducir a un replanteamiento de lo que corresponde a una verdadera práctica política y no politiquera. El bienestar de una sociedad se alcanza con ideas, proyectos y discusiones propositivas, lo demás no pasa de ser charlatanería. La mayoría de los candidatos parecieran hacer parte de la “troupe” de un circo en decadencia, porque sus raídas máscaras se pueden descifrar fácilmente por su intencionalidad y por ser parte de esa alternativa que, en el hipotético caso de ganar, desembocarían en el continuismo.

En la arena de ese espectáculo que ha recorrido gran parte del país tenemos de todo: un clown que se jacta de ser capaz de resolver uno de nuestros principales problemas, gracias “a tener los  pantalones bien puestos”, como si la razón estuviera en el sexo y no en la inteligencia; otro, como buen paisa, con su discurso logorreico de “culebrero” se dedicó a recoger toda la flor innata de la politiquería nuestra y a canjear principios por votos y puestos. Un tercero fue docente y fundó una alianza que se le enredó como la explicación de un teorema. Dos más simplemente tienen una fugaz aparición en las encuestas y las pantallas.

Los seres humanos no somos perfectos, cometemos algunos errores, pero direccionamos el camino tratando de materializar los sueños, con un sentido altruista. El candidato del Pacto Histórico y su fórmula vicepresidencial son dos seres de este talante, solo ellos podrán guiarnos en la consecución de un verdadero cambio, gracias a su voto de este domingo.

 

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

Comentarios