De la avenida Ambalá

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La comunidad del barrio Pacandé, ahí, cerquita de la que un día deberá ser la glorieta de Santa Ana, ha expresado su preocupación por lo que considera un atropello por cuenta de la ampliación de la avenida Ambalá en su vecindad. Preocupación que no debiera existir si es que la Administración municipal tuviera una política clara de comunicación con los ciudadanos. De la inoperancia de esta política, resultan las consejas, los chismes y los malos entendidos, que solo producen malestar y desconfianza hacia los gobernantes.

Lo que se ha mostrado de Pacandé es un plano, rayado con esfero, que contendría el posible rediseño de la vía y que fue aceptado por el Secretario de Planeación. Se niega uno a creer que las secretarías, de Infraestructura y de Planeación, no dispongan de dibujantes que realicen los planos detallados del diseño y los planos simplificados para explicar los proyectos a la comunidad. Y menos creíble es que el Secretario de la Infraestructura, el “dueño” de las vías, no esté enterado de un proyecto de ampliación de una de sus calles. El Alcalde ¿sabe? Y surge una pregunta: ¿Ese diseño es óptimo del punto de vista de la geometría de la vía? Y otra pregunta: ¿Se hizo para favorecer a alguien?

La avenida Ambalá se diseñó de manera idónea por la empresa Integral S.A., de Medellín. Participaron especialistas en diseño de vías, urbanistas, paisajistas, trabajadores sociales, etc., lo que se tradujo en un proyecto innovador para la ciudad. Infortunadamente no se construyó completa y en algunos casos, como la glorieta de Coruniversitaria, se disminuyeron drásticamente las especificaciones. La vía tuvo una velocidad de diseño de 60 kph y tres carriles por calzada. Además del paisajismo detalladísimo, se propuso la construcción inicial de dos carriles por calzada y que, en la medida en que se fueran modificando los predios vecinos, se les obligara a correr su fachada y andén para dejar libre el espacio del tercer carril. En unos pocos sitios se ha logrado, pero en muchísimos, por falta de curia de los curadores urbanos y de las autoridades de planeación y de control urbano, no solo se ha omitido el retroceso, sino que además se ha movido el lindero hacia la avenida.

La avenida Ambalá necesita, ya, los terceros carriles. Resulta fácil la ampliación, en algunos sectores, porque están disponibles los espacios. Desde la calle 60 hasta la glorieta de Cañaveral, en la práctica no hay que comprar predios. Y, por poner dos ejemplos de ampliaciones pequeñas y que mejorarían drásticamente la movilidad, están un par de cuadras desde la glorieta de Coruniversitaria hacia el centro, y también está el caso desde la quebrada Ambalá hasta la glorieta de entrada a El Vergel, donde la ampliación está prevista en el separador central de la avenida.

Hay que terminar la avenida Ambalá. Completar las glorietas, llevar la doble calzada hasta Santa Ana, ampliarla a tres carriles y desalojar algunas invasiones como la que existe en Cañaveral.

Otra cosa: ¿Será que en Ibagué, como en Bogotá, lo importante es “el billete” y no la sanción disuasiva de las infracciones de tránsito?

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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