La importancia de la Alcabala

Con relación al cierre del matadero de Carlima, que está causando perjuicios a múltiples ciudadanos, productores, intermediarios y consumidores, tengo varias cosas que decir, independientemente del hecho de que el culpable sea o no la empresa o de que la autoridad ambiental haya hecho bien o haya abusado.

Porque resulta que el Estado está constituido para que, a las personas que cobija, se les garantice la prestación de unos servicios básicos e indispensables. Bien sea que esos servicios los preste directamente la Administración, como el caso de justicia o el de policía, o bien por medio de agentes privados, con normas claras y estrictas y debidamente vigilados. El caso del sacrificio de animales, que en algunos municipios se presta por mataderos municipales manejados desde las alcaldías y que en Ibagué es prestado por una empresa básicamente privada, es un servicio que ha sido históricamente público, lo que generó estipendios que mutaron parcialmente en impuestos como el de degüello. Se remuneran los costos mediante tarifas y se reconoce al Estado su esfuerzo por garantizar carnes y derivados de buena calidad y salubridad mediante los impuestos.

Pero vemos, sin mucho asombro, cómo alguna diputada del Tolima se preocupa de la disminución de los ingresos del Departamento por cuenta del cierre del matadero, pero no pronuncia palabra sobre la ausencia del servicio y sus efectos en los tolimenses. ¡Lo que importa es la alcabala, la renta pública! Lo de menos es la prestación del servicio. Cuanta falta hace el pronunciamiento público del alcalde. ¿Cuál es el plan B para este caso, mientras subsiste el cierre? Ah difícil saber cuántos cerdos se están sacrificando en las casas y en qué condiciones sanitarias. Probablemente nadie sabe, en Ibagué, cuántas reses se están matando en los potreros mientras el transporte de la carne se hace en costales y sin frío. Ha de ser grande el sobre costo de llevar los novillos gordos de Roncesvalles o de Cajamarca a que se sacrifiquen en La Dorada y que la carne regrese a Ibagué para su expendio. Ese sobre costo recae en el ganadero.

Claro que los ingresos fiscales han disminuido, pero es que el servicio no se está prestando. En lugar de ser plañideras, el ejecutivo y el legislativo locales deben actuar.

Otra cosa: Si no fuera por el dramático daño causado a la economía regional y quizás a la nacional, causaría risa el sainete en que se convirtió la apertura del Viaducto del Tigre. Sí, hubo dificultades climáticas, previsibles por su alta probabilidad de ocurrencia en cualquier Octubre. Pero es que cerrar el paso de la cordillera por casi día y medio no tiene perdón. Qué tristeza que la ingeniería colombiana no pueda hacer bien una obra tan pequeña como esa, que no logre prever las contingencias climáticas, que no sea capaz de hacer un relleno de menos de 20 metros de largo sin que después falle por falta de la debida compactación, que prometa unos tiempos y luego los triplique… ¡En fin! Pero bueno, el viaducto está en funcionamiento, finalmente, luego de casi cinco años de inaugurado.

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

Comentarios