Un primero de mayo especial

Rodrigo López Oviedo

El Día Internacional de los Trabajadores se ha instituido en el mundo con el fin de rendir homenaje a la única clase social realmente generadora de riqueza, el proletariado, y se ha aprovechado por sus líderes más consecuentes para hacer conciencia de que, si pese a cumplir tal papel, es cada vez más pobre, ello obedece a que el producto de su trabajo se lo apropia la oligarquía.

Pero también es de la esencia de esta celebración el recuerdo emocionado de aquel puñado de sindicalistas que fueron ejecutados en Estados Unidos por haber iniciado el 1 de mayo de 1886 una huelga con la que buscaban reducir la jornada de trabajo a ocho horas, además de otras mejoras en sus condiciones laborales.

Esos obreros, conocidos hoy como Los Mártires de Chicago, no fueron, sin embargo, los primeros en ingresar al martirologio proletario, pero sí los que dieron pie para que se recuperaran para la memoria de la humanidad las gestas de clase que ya desde antes venían protagonizando los trabajadores.

¡Gloria a todos ellos y a quienes todavía perseveran en la defensa de su clase social y luchan por establecer un mundo sin explotadores ni explotados!

Pero este Primero de Mayo es muy especial para los colombianos. Después de haber vivido más de seis décadas en una guerra que no ha dejado prácticamente hogar alguno sin su cuota de dolor, y de entreverse hoy una tenue esperanza de paz en unos acuerdos de solución a los problemas que la generaron, y que se acentuaron cuando se quiso superarla a través de más guerra, luego de tanto sufrimiento y de vislumbrar la posibilidad de su fin, los amigos de la paz no podemos permanecer indiferentes ante el riesgo de que el proceso haga agua.

Por eso esta celebración debe convertirse en un enfático mandato de recordación al presidente Santos, porque parece haber olvidado los estruendosos clamores del pasado 9 de abril, así como que su reelección fue consecuencia de que en torno a él formaran los más resueltos defensores del proceso de paz, ante el peligro de que se truncara si perdía su magistratura con el candidato guerrerista de la extrema derecha.

Este Primero de Mayo es, entonces, muy especial. Las tradicionales consignas del movimiento laboral colombiano, del que hacen parte los trabajadores, los desempleados y subempleados, deben enriquecerse con las consignas por la paz, las cuales deben enarbolarse cual cuenta de cobro al presidente Santos, quien no debe olvidar que su compromiso con este propósito debe cumplirlo llegando a él, y no amenazando con darlo por cancelado cada vez que la ultraderecha le habla duro.

Comentarios