La comisión de la verdad

Rodrigo López Oviedo

Si, como suele decirse, un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, ¿a qué no estará sometido el que la desconoce? Pues a evitar que queden sin conocerse los trasfondos del conflicto que los colombianos queremos superar está orientada la Comisión de la Verdad que acordaron conformar las partes dialogantes en La Habana, luego de que tal propuesta fuera presentada por las Farc.

Sobre los orígenes y desarrollo del conflicto armado son muchas las páginas que se han embadurnado, muchas las horas de academia y muchos los espacios periodísticos destinados a su análisis, y ello ha dado lugar a diversas teorías, algunas bastante cuestionables, como la que le cuelga toda la responsabilidad al movimiento campesino.

Por cierto que los que sostienen tal cosa no encuentran culpa alguna en quienes expulsaban a los campesinos de sus tierras, en quienes arrojaban contra estos hordas militares dotadas con lo más moderno en tecnología de guerra; en quienes los obligaron a tomar la decisión de levantarse en armas; en quienes fundaron y financiaron ejércitos paralelos para que se encargaran de la guerra sucia; en fin, en quienes vieron en la guerra la forma de acrecentar sus tierras, irrumpir en nuevos negocios y fortalecer sus feudos electorales.

Tales teóricos no parecen saber nada de los personajes que así actuaban y continúan actuando. Pues a desenmarañar tales aspectos tendrá que dedicarse esta Comisión de la Verdad, que esperamos sea conformada por hombres impolutos y verticales, capaces de sobreponerse a las muchas repulsas de sectores que han de verse obligados a presentar “sus carnitas y huesitos” ante ella y confesar sus culpas, antes que sea la propia Comisión la que, por otros medios y con consecuencias más vergonzosas, llegue al conocimiento de las atrocidades que llevaron a nuestros humildes campesinos a levantarse en armas y a permanecer en ellas, todo en defensa propia y de sus familias, y como único camino que les quedó para poder dejar a sus hijos un país más democrático, justo y soberano.

A estos personajes lo único que puede pasarles por acción de la Comisión de la Verdad es el que quedarán expuestas al dominio público todas sus bellaquerías. No importa. No es venganza lo que busca el pueblo colombiano. Es la verdad como parte integrante de la justicia, y la garantía de no repetición.

Esa verdad y esa garantía son inherentes a todo proceso de paz, y son los ideales que deseamos concretar quienes anhelamos una paz estable y duradera. Lo que viene ahora es procurar que a la Comisión lleguen los colombianos más probos, ojalá acompañados por personalidades internacionales expertas en estos menesteres.

Comentarios