¡Hasta siempre, Fidel!

Rodrigo López Oviedo

Se nos fue nuestro eterno Comandante, el por siempre querido Fidel Castro Ruz, y con su partida queda protocolizada en la notaría de la historia la más sublime página de heroísmo, fe revolucionaria, honestidad y compromiso total con los oprimidos de la tierra.

A Fidel le cupieron en el cuerpo todas esas cualidades y muchas más. Todo lo que de él se diga es poco. Con las gestas del Cuartel Moncada, del Granma, Sierra Maestra y Playa Girón dio las primeras muestras de lo que estaba encunado en su ser libertario y de lo que su pueblo podía esperar de él.

En cada uno de esos hechos estuvo la luz del Comandante Eterno, y a partir de ellos se dio inicio a la más maravillosa etapa que se haya vivido en nuestro continente, y que ha servido de ejemplo a quienes creen que los problemas de nuestros pueblos solo pueden resolverse haciendo lo que él hizo: poner en manos de los trabajadores las riendas del Estado para iniciar el tránsito hacia una patria nueva, capaz de brindarle condiciones de felicidad a todos sus hijos.

Que Fidel no defraudaría a su pueblo fue lo primero que entendió el Imperio. Al este escuchar el grito libertario que se daba en la Isla bajo la inspiración de tan singular figura, presto se dio a la tarea de derrocarlo. Bahía Cochinos, el bloqueo comercial, los repetidos intentos de asesinarlo y la promoción de supuestos opositores dieron buena cuenta de ello, pero también pusieron en evidencia el carisma del líder, que no solo movilizó a su pueblo a la resistencia, sino también a asumir la búsqueda de soluciones a la grave crisis en que Batista había dejado sumido al país.

Pese al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, y que se extendió a otros países proclives a su doctrina, logró erradicar el analfabetismo y llevar a su pueblo a primerísimos lugares en el escalafón de la cultura, el arte, la ciencia y el deporte; pudo evitar la muerte prematura de tantos compatriotas que antes carecían de los más mínimos servicios de salud y, consecuente con la idea de que solidaridad no es dar lo que sobra sino compartir lo que se tiene, participó a muchos otros pueblos los logros alcanzados por el suyo. Han sido millares las manifestaciones de pesar que el pueblo cubano ha recibido ante el deceso de Fidel. Nada más merecido. Después de Bolívar, Fidel ha sido el hombre más grande de nuestro continente y uno de los más importantes del mundo. Con su muerte desaparece su cuerpo, pero su ejemplo le dio la inmortalidad. ¡Gloria eterna, querido Comandante!

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