Uribe y la ley de Murphy

Rodrigo López Oviedo

En una de sus últimas salidas en falso, Álvaro Uribe manifestó que el Centro Democrático no podía votar una refrendación del nuevo acuerdo porque “revive el procedimiento legislativo del fast track”, y eso me hizo acordar de la ley de Murphy.

La Ley de Murphy señala que “Si algo puede fallar, fallará”; y ha dado lugar a una serie de complementos, los cuales fueron recogidos en dos entretenidos tomos bajo el título Ley de Murphy y otras razones por las cuales las cosas salen mal.

Uno de tales complementos dice: “Si usted descubre cuatro maneras posibles en que un procedimiento puede fracasar, y logra solucionarlas, surgirá inevitable y rápidamente una quinta posibilidad de falla”.

Eso nos está ocurriendo con Uribe. Experto en encontrarle “fallas” por doquier al proceso de paz, el expresidente sigue repitiendo las mismas argucias que lanzó en la campaña plebiscitaria de octubre, no obstante, que el Gobierno y la insurgencia les hallaron respuesta y las incorporaron a un nuevo acuerdo.

Claro, no todas le fueron atendidas; pero si hubieran sido mil y todas hubieran hallado respuesta, Álvaro Uribe, “inevitable y rápidamente”, pondría sobre la mesa la argucia mil uno, y así hasta un infinito que solo concluiría al acordarse la total rendición de una guerrilla que solo busca seguir blandiendo su arsenal político, no mediante las armas, sino a través de los llamados procesos democráticos que, precisamente por no ser nada democráticos, la empujaron a la guerra.

Ahora le dio por amenazar con un referendo que le dé legitimidad a sus falacias e irracionales exigencias contra la paz. Lo que no nos ha dicho el obstinado expresidente es qué hará si, habiendo referendo, lo pierde. No sería la primera vez, pues ya le ocurrió cuando fungía como jefe de Estado. Lo nuevo de esta segunda pérdida sería lo aplastante que resultaría, dada la erosión que se ha venido produciendo en sus filas y en las de los que lo acompañaron en el No.

Pero a Uribe este resultado tampoco le importaría, pues lo que quiere es darle largas al proceso de paz para llegar a las próximas elecciones con una ciudadanía polarizada en cuanto a su implementación y sorda a las propuestas electorales que puedan provenir de otras toldas. Esta es la táctica que viene desarrollando para garantizar la llegada de uno de sus alfiles a la Casa de Nariño. Alfil que le garantizaría, además de la inmutabilidad de sus impunidades, la inaplicabilidad de los Acuerdos de Paz y la continuidad de sus políticas hostiles al movimiento popular.

Debemos decir, entonces, “no más Uribe”; y olvidémonos de la Ley de Murphy.

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