La crisis del Federico Lleras

Rodrigo López Oviedo

De acuerdo con las cifras presentadas por Indira Orfa Tatiana Rojas, columnista de EL NUEVO DÍA, la crisis del hospital Federico Lleras está a punto de llevarlo al cierre.

Sus ingresos mensuales, que son de seis mil 50 millones de pesos, no alcanzan para atender sus gastos, que ascienden a nueve mil millones de pesos, lo cual le genera un déficit contable de dos mil 950 millones de pesos mensuales, así como un déficit de tesorería aún mayor, ya que parte de los ingresos no van a caja, sino a cartera.

Estas cifras han llevado el déficit acumulado a 37 mil millones de pesos, sin que eso sea lo peor. Lo peor es que el hospital cuenta con deudas de obligatorio cumplimiento del orden de 199 mil millones, mientras que sus cuentas por cobrar a las EPS suman 145 mil millones, de las cuales buena parte deben ser de imposible cobro.

¿Cómo salvar al Hospital? Esa es la pregunta que formula nuestra angustiada columnista, y esa es la pregunta que deben contestar los miembros de nuestra clase dirigente, que tanto se han beneficiado con el poder que les da esa condición. Ellos, que en cada elección salen a prometer la vaca y la parcela, son los que deberían demostrar hoy, con propuestas concretas de solución a tan espinoso problema, que valió la pena votar por ellos y sus partidos.

Claro que no lo harán; y por eso debemos reorientar la pregunta, tanto en su contenido como en sus destinatarios, que debemos ser nosotros, los ciudadanos del común: ¿Qué hacer para que los problemas del Federico Lleras se resuelvan y no se vuelvan a presentar? Pero también ¿los de la salud en general, los de la educación, los de la vivienda, los del agua potable, los del trabajo digno y, en general, todos aquellos otros que debidamente resueltos contribuyen a hacer digna la vida de todos y cada uno de los colombianos?

Pues la respuesta vuelve a estar en la clase dirigente. Es decir, en su relevo. Ella, que tantas oportunidades ha tenido para resolver problemas como los anotados, sin que haya mostrado voluntad para hacerlo, debe ser reemplazada por un nuevo tipo de dirigencia, que se comprometa a revertir el modelo económico que con tanta saña convirtió en mercancía de explotación privada los derechos humanos fundamentales.

Ese modelo se llama neoliberalismo, el cual, sumado a la corrupción, elevó los problemas mencionados a los niveles actuales.

El reemplazo significa, entonces, poner al frente de la nación a dirigentes capaces de darle mate a ese modelo… mientras llega la hora de avanzar hacia propósitos sociales más estructurales.

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