¿Constituyente antidemocrática?

Rodrigo López Oviedo

Entre los muchos ataques de que ha sido objeto la Revolución Bolivariana, el peor es el que la califica de dictatorial.

Sin importar que durante 18 años de revolución se hayan realizado 22 elecciones, ninguna de las cuales ha sido formalmente impugnada; sin tener en cuenta que ningún presidente en el mundo se ha sometido a un proceso revocatorio, como al que se sometió Hugo Chávez; sin considerar que en una elección la oposición ganó la casi totalidad de la mayoría calificada de la Asamblea Nacional; sin aceptar que en Venezuela, como en casi ninguna otra parte del mundo, está establecida la participación protagónica del pueblo en las decisiones inherentes a los intereses públicos; sin importar nada de ello, la Revolución Bolivariana es una dictadura.

En aquel país está en desarrollo una Asamblea Nacional Constituyente, a la que también se califica de ser expresión de una dictadura, no obstante haber sido elegida por ocho millones 100 mil electores, los cuales rebasaron, más que significativamente, los tres millones 711 mil respaldos que obtuvieron nuestros constituyentes del 91. Téngase en cuenta que esos ocho millones participaron sin amilanarse ante la mayor hostilidad de que haya sido objeto una iniciativa tan democrática como esa.

De allí que resulte tan absurdo que también a esa Constituyente se la tilde de antidemocrática, aunque para nadie es un secreto que ello no es más que parte de la insidiosa campaña que las élites continentales están desarrollando para impedir que sigan huracanándose los aires de renovación democrática que llegaron con el ascenso de Hugo Chávez al poder, a los cuales la población ha correspondido con su respaldo indiscutible, pese a la criminal guerra económica y mediática de que ha sido víctima.

Hoy, cada vez que los contradictores del proceso dicen Asamblea Nacional Constituyente, le agregan la calificación de oficialista, como si no supieran que está conformada por las más variadas manifestaciones de la nacionalidad venezolana, incluido el sector empresarial, que también tiene representación. Si con ese epíteto quieren significar que son coincidentes los propósitos del Gobierno y los intereses populares, bienvenido sea. Pero si, por el contrario, lo que se quiere decir es que tal Asamblea carece de iniciativa y solo tiene sus oídos puesto en Miraflores, que se vayan bajando de esa nube, como lo demostrará la Constitución que de allí saldrá:

Será una Constitución que blindará los logros alcanzados en estos 18 años de revolución, que potenciará la democracia participativa y protagónica y mejorará las condiciones jurídicas para que el pueblo pueda marchar hacia nuevos horizontes. Esa nueva Constitución y la Venezuela que en ella se fundamentará reclaman la solidaridad del mundo democrático.

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