Cataluña en camino a su soberanía

Rodrigo López Oviedo

893 heridos, en un solo día, dan cuenta del talante con el que Mariano Rajoy dio respuesta a un pueblo, el catalán, que mediante un referendo se aprestó a recuperar su condición de nación independiente. Es el mismo talante con el que las clases oligárquicas han respondido y seguirán respondiendo ante cualquier intento de poner en peligro así solo sea una pequeña porción de su inmenso poder.

Las tierras catalanas no siempre han sido españolas, ni de España los catalanes se han reconocido vasallos. Hasta cuando fue invadida por los Borbones, año 1714, Cataluña era una nación orgullosa de su historia, lengua y cultura; y a partir de allí, un pueblo en lucha contra la opresión española, país este que llegó al extremo de proscribir su lengua.

Pero los catalanes están cansados del coloniaje, y quieren ponerle fin. Por eso organizaron un referéndum independentista, a sabiendas de que contra ellos caería el rechazo de la España imperial, que haría lo imposible por impedir su concurrencia a las urnas, incluido el envío de una tenebrosa y escabrosa guardia que, investida de plenos poderes para allanar, allanó; para golpear, golpeó, pues al fin de cuentas las víctimas no eran sus paisanos. Al “demócrata” Rajoy, que no cesa de reclamarle democracia a Nicolás Maduro en lugar de pedirle lecciones de ella, no le fue nada bien en esta jornada. El 89,8 por ciento de los votantes les dijo NO a sus arrebatos fascistas, previamente autorizados por Trump, y Sí al ansia independentista que la motivó y que con el correr de los años se acentúa más.

Se trata, claro, de un resultado con efectos todavía impredecibles, pues, al no reconocérsele en España carácter vinculante, muy seguramente la Unión Europea tampoco lo hará, lo cual dificultará el ingreso catalán al universo de las naciones soberanas. De allí que se requiera acompañar ese 89,8 con acciones de masas, como la huelga nacional que ha sido respaldada por varias organizaciones empresariales y políticas y que la Taula per la Democràcia, un bloque que reúne a los principales sindicatos de Cataluña, acordó realizar a partir de este 3 de octubre.

Un punto aparte lo constituye el estado en que quedarían esas organizaciones sindicales y de masas en caso de que la independencia se logre, pues ello no democratizará al establecimiento burgués, ni significará que queden resueltas ni siquiera algunas de las muchas reivindicaciones que históricamente las han movido a importantes luchas.

Resulta difícil prever hasta dónde las condiciones actuales sean mejoradas bajo el nuevo Estado, pero sí fácil asegurar que con lo hecho hasta hoy no ha sido suficiente. La lucha seguirá.

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