Hechos parecidos, enfoques diferentes

Rodrigo López Oviedo

Un exagente de seguridad del Estado venezolano robó un helicóptero para bombardear desde este la sede del Tribunal Supremo de Justicia de su propio país, por fortuna sin mayores consecuencias, y se dedicó después a lanzar arengas a la población para que se levantara contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Ese exagente de seguridad merecía sin apelación ser tratado como terrorista, y en tal condición fue dado de baja, lo cual dio para que la prensa internacional levantara sus lamentos ante el mundo, buscando que se sancionara al Presidente por tan execrable hecho.

Qué curioso; esa misma prensa internacional, que hoy dice estar tan condolida, no hizo el mismo despliegue cuando el ajusticiado la emprendió contra la magistratura de su país; tampoco cuando en Colombia se eliminaba a sangre y fuego a los miembros de la Unión Patriótica y del movimiento A Luchar, y mucho menos cuando eran asesinados los candidatos presidenciales de la verdadera oposición.

Esa prensa internacional permaneció impávida cuando se transgredieron las fronteras de nuestro hermano pueblo ecuatoriano mediante bombardeos que tenían por propósito el segar la vida del comandante guerrillero Raúl Reyes, propósito que lograron coronar con éxito, como también permaneció impávida ante el asesinato de Alfonso Cano, máximo comandante de las Farc, en momentos en que promovía los primeros acercamientos con el Gobierno para impulsar una paz estable y duradera.

Muchos se preguntarán: ¿por qué esa tan marcada diferencia en el tratamiento noticioso que suelen dárseles a hechos de aparente similitud, según sean realizados en Colombia o en Venezuela? La respuesta es muy sencilla: porque los medios de comunicación no responden a los principios de un periodismo objetivo y verás, sino a las órdenes que les impongan los dueños de esos medios, que son los mismos dueños del país en el que tienen asiento, coaligados siempre con los dueños de otros medios en otros países.

Lo anterior crea la diferencia: En Venezuela hay un régimen de tendencia socialista, al cual hay que destruir. En Colombia lo hay favorable al gran capital, al cual hay que defender.

No comprender esto da para que aplaudamos cada vez que la gran prensa aplauda hechos tan bochornosos como los que en Colombia ocurren en defensa de ese gran capital, y que rechacemos cada vez que esa gran prensa rechace lo que en Venezuela se haga por defender su proceso revolucionario, asediado desde su origen por una oligarquía que ve cómo se diluye su poder de antaño.

No comprenderlo es lo que nos lleva a creer que Nicolás Maduro es lo que no es, y que Santos no es lo que las oligarquías quieren que sea.

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