Problemas preocupantes

Rodrigo López Oviedo

Si usted, amable lector, sale de su casa, cuenta a los indigentes que a su paso halle saciando el hambre con lo que encuentren entre bolsas y canecas de basura y tal cantidad la multiplica por el promedio de metros que separa a estos desdichados seres de los despachos en que debería darse solución a sus problemas, el resultado final daría cuenta de la indolencia con la cual los respectivos jefes encaran hechos tan lamentables como el mencionado.

Usted, amable lector, puede pensar que la fórmula anterior no tiene sentido; que es arbitraria; que carece de lógica matemática, y muy seguramente tiene razón. Pero es que el problema es tan aberrante que hay que hallar cuanto antes un parámetro de medición que ponga al desnudo la desidia oficial con que se afronta.

Y que no se diga que es por falta de recursos, ya que en todos los discursos del señor Alcalde se exalta la simpar eficiencia económica de su gestión, la cual pretende demostrar haciendo sumas con las supuestamente extraordinarias ganancias del IBAL y el impoluto manejo presupuestal, la presunta eficacia en el recaudo de impuestos, la elevada capacidad de endeudamiento del municipio, los inesperados apoyos internacionales que dice haber recibido, en fin, con los ríos de leche y miel que han desembocado en la Tesorería municipal.

No, amable lector. Que el problema no se resuelva no es por falta de recursos. Si es de creerle al Alcalde, los recursos los ha habido. Lo que ocurre es que se destinan a cemento, cal y otros menesteres, olvidando la preocupación por lo humano que en campaña dijo tener.

Por eso, de seguro, el asunto no es de plata, el asunto es de prioridades. Y aunque es cierto que esas prioridades lo han llevado a atender problemas cuya solución ya se había tornado inaplazable, y que como funcionario elegido para ello está en la obligación de resolver, también lo es que otros problemas, los que lesionan la condición humana -como los de pan, abrigo, trabajo y techo de los menos favorecidos- no han contado con igual suerte, y, al contrario, se les han escatimado recursos, los cuales podrían fluir más generosamente hacia su solución si no se estuvieran destinando a vallas publicitarias, levantadas muy seguramente con el fin de comprometer el favor de la ciudadanía en futuros eventos electorales.

De otro lado, es inmenso el repudio que han levantado los exagerados cobros del impuesto predial. Ese es otro problema al que el mismo Alcalde, de haberlo querido, y contando con el respaldo del Concejo, bien le hubiera podido anticipar una solución, pero ese será tema de un próximo comentario.

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