Un golpe de Estado anticipado

Rodrigo López Oviedo

¡Increíble!, un fiscal brasileño, contra toda evidencia, condenó a nueve años de cárcel a Luiz Inácio Lula da Silva, el líder con más arraigo popular del continente.

Este es uno de los casos más aberrantes que haya habido en el mundo. Bajo gobiernos de izquierda, millones y millones de brasileños aprendieron lo que es tomarse una sopa caliente, lo que es llamar al sueño bajo un techo diferente al de las estrellas y dejarse seducir en ratos de ocio por los embrujos de una bella canción.

Bajo gobiernos de izquierda, esta humilde población fue recuperando la dignidad que el Estado debía garantizarles. Sin embargo, esa dignidad cuesta plata, y ninguno de los tantos oligarcas que medran a su sombra estará jamás de acuerdo con que se pague.

Convencidos de que los recursos públicos les pertenecen, forman sólida cadena para impedir que tengan destinación diferente a la que no sea saciar sus ilimitadas ansias de enriquecimiento.

Ese es el trasfondo que hay en la condena del juez de marras, que decidió la suerte de Lula da Silva. Es el mismo trasfondo que provocó el “golpe suave” contra Dilma Rousseff y el mismo que sacó de la Presidencia y llevó al exilio a João Goulart.

Es el mismo trasfondo que han tenido la desaparición y muerte de miles de activistas sociales, y que tendrán las muertes que seguirán habiendo mientras no nos deshagamos del ominoso imperio del gran capital.

El paso de Lula hacia la Presidencia era incontenible, y había que evitar que llegara. Convencidas de lo que seguiría haciendo si lo dejaran volver, esas oligarquías estaban dispuestas a trancarle el paso, y la única forma de hacerlo era sacándolo del escenario político electoral, así tuvieran que someterlo a un proceso amañado, como este que terminó en tan absurdo fallo.

Por eso nos atrevemos a decir que a Lula le están aplicando un golpe de Estado por anticipado.

Por fortuna, la forma como este líder fue acompañado por el pueblo a las puertas de su reclusorio avizora que su permanencia allí no durará. Y si así lo fuera, ese mismo pueblo, cabalgando sobre sus ideas, pronto encontrará quien lo reemplace. En este mundo, los hombres estamos de paso. Los ideales políticos, en cambio, nunca serán efímeros si están sembrados en terreno fértil.

Siempre contarán con el respaldo suficiente para hacer de ellos la guía de quienes busquen que la felicidad esté al alcance de todos. Tales han sido los ideales sembrados por este líder, y así de fértil el campo en el que han caído. Por eso debemos exclamar, todos a una ¡Libertad para Lula da Silva!

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