El triunfo está cerca

Rodrigo López Oviedo

Como era de esperar, Iván Duque y Gustavo Petro, consiguieron pasar a segunda vuelta en los pasados comicios presidenciales, y ello está dando lugar a un inevitable reagrupamiento de fuerzas.

En apariencia, Iván Duque, está en ventaja, pues a su alrededor se han alineado Cambio Radical, el partido de la U y la parte del desvencijado partido Liberal que orienta César Gaviria.

Sin embargo, esta es una especulación cargada de bemoles, ya que muchos de los militantes de esos partidos no quedaron a gusto con el respaldo de sus dirigentes a tan derechoso candidato, y prefieren regresar a las posturas progresistas que tanto diferenciaron al partido Liberal de antaño de las políticas cavernarias que desarrollaban Laureano Gómez y Ospina Pérez, las cuales son representadas hoy en día, con característica aún más extremas, por el padrino de Duque, el señor Álvaro Uribe.

En medio de este panorama, le corresponde actuar a Gustavo Petro, quien como candidato de la paz y las transformaciones progresistas tendrá que seducir a los que han hecho parte de los anteriores desprendimientos, así como consolidar los respaldos obtenidos de la Alianza Verde, del Polo Democrático Alternativo y de otras organizaciones que prefieren ser consecuentes con lo que prometieron en campaña, antes que adherir pasivamente a la posición ni fu ni fa de la que se han hecho voceros Sergio Fajardo, Jorge Robledo y Humberto de la Calle, quienes han llamado a sus seguidores a votar en blanco, a no votar o hacerlo cada quien según sus criterios, como si no les fuera claro que tales posturas a quien más convienen es precisamente a Duque; o como si no hubieran percibido las muchas coincidencias existentes entre sus banderas programáticas de campaña y las que levanta Petro; o como si no entendieran que la función de un líder debe ser precisamente la de mostrarle el mejor camino a sus seguidores.

Claro que la responsabilidad en tal tarea no es solo de Petro. Es también responsabilidad de casi cinco millones de colombianos que adherimos a su campaña y la de muchos de los 4,6 millones salidos de las toldas de Fajardo, que aspiran a ver a Colombia en paz, sin corrupción y con un medio ambiente sano.

Haciendo cuentas, quienes estamos en estas filas, más otros muchos que pueden llegar de otras colectividades, incluidos los que votaron en blanco, somos una aplastante mayoría, y nos asiste el derecho a estar en el solio presidencial.

Esta es la oportunidad que hoy tenemos, y no la podemos desperdiciar. El camino es duro, pero la disposición para recorrerlo es mucha. Estar cerca a la meta es el mayor estímulo.

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