Una lánguida campaña anticorrupción

Rodrigo López Oviedo

De no ser por la abnegada labor de miles de disciplinados cibernautas que, a través de creativos mensajes, vienen dando a conocer profusamente las preocupaciones ciudadanas respecto de la forma corrupta como se manejan los recursos del Estado, la campaña por la Consulta Anticorrupción, a punto de finalizar, podría ser calificada como la campaña política más lánguida de cuantas hemos tenido en el país.

Esta consulta busca crear condiciones jurídicas para poder erradicar la corrupción, pero también para que los corruptos paguen sin ninguna consideración ni beneficio sus crímenes contra la sociedad, a la cual privan, en cuantía de 50 billones de pesos, del derecho que tiene a que se satisfagan sus necesidades fundamentales.

La simpatía de la ciudadanía por semejantes propósitos llevó a que la mayor parte de los pasados candidatos al Congreso y a la Presidencia de la República se comprometieran a impulsarlos. Sin embargo, luego de su elección, estamos evidenciando que esas promesas solo fueron el anzuelo para captar votos, mas no el compromiso real ante un electorado que esperaría de ellos una actitud más protagónica en tal sentido, si no fuera por la eterna seguidilla de burlas a que lo han sometido, y por ser ellos mismos los artífices principalísimos de esa corrupción.

Un caso muy especial lo constituye el señor Iván Duque, de quien puede decirse, por sus dichos de campaña, que fue un candidato con piel de cordero, pero por sus proyectadas reformas tributaria y pensional, que está comenzando a ser un presidente con fauces de lobo.

El Iván candidato anunció, entre bombo y platillos, su apoyo a la Consulta, pero el Iván presidente le ha atravesado un malhadado proyecto de ley con el que supuestamente busca lo mismo que se quiere con ella, pero que en realidad es solo un artificio para desalentar a quienes la impulsan e impedir que lleguen a las urnas los 12 millones 300 mil colombianos que se requieren para constituir el umbral.

Estos son los hechos que le han menguado dinamismo a la campaña, a los cuales se suma la ya prácticamente incorregible pasividad que ante ella han mostrado casi todas las organizaciones sindicales, comunales, cívicas y populares, las cuales deberían estar impulsándola a fondo, pues unos resultados positivos podrían conducir a que no se les siguiera justificando en una supuesta falta de recursos la negativa a atender sus reivindicaciones.

Todo lo que queda es esperar que sean los colombianos de base los que sigan dando ejemplo de cómo es que se impulsa lo que de verdad se quiere. Los resultados de este 26 de agosto serán el premio al empuje mostrado hasta hoy.

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