Duque: Empeorando lo existente

Rodrigo López Oviedo

Se dice que todo lo malo es susceptible de empeorar, y a los colombianos nos sobran motivos para creerlo. A lo largo de nuestra historia lo hemos podido constatar a través del eterno discurrir de presidentes de todos los colores y cada uno más malo que el anterior. López Pumarejo pudo ser la excepción, pero lo bueno de su primer mandato lo estropeó en el segundo.

Claro que cuando decimos malo queremos decir malo para el pueblo, porque para su contraparte, los dueños del poder económico y político, es lo contrario. Cada medida beneficia invariablemente a estos en detrimento irremediable de los más necesitados.

Este es un fenómeno que se presenta en casi todos los campos, pero muy especialmente en asuntos tributarios. Así, por ejemplo, casi toda reforma va orientada, según sus promotores, a promover la inversión y generar empleo, lo cual constituye santo remedio, tanto para el capital como para el trabajo.

Sin embargo, en realidad solo ha traído menores impuestos para los ricos y, compensatoriamente, mayores para los pobres, con lo cual a los primeros se les han abaratado los costos de producción derivados de los tributos, al tiempo que se ha deteriorado la calidad de vida de los segundos.

Así ha ocurrido siempre, como lo podemos constatar en las reformas que crearon el IVA y lo han incrementado, al tiempo que han reducido y eliminado aranceles y creado e incrementado exenciones. A propósito de estos beneficios, sería bueno que Luis Carlos Sarmiento Angulo y el Grupo Empresarial Antioqueño le contaran al país cuánto se ganaron con la exención de impuestos a la importación de bienes de capital y cuántos puestos de trabajo generaron en el sector bancario como consecuencia de esos menores tributos; aunque tal vez lo más práctico sea preguntarles por el número de trabajadores que perdieron sus empleos como consecuencia de la implementación de nuevas tecnologías, como son, por ejemplo, los cajeros automáticos que importaron aprovechando esos menores impuestos.

Tal ha sido la característica fundamental de las políticas implementadas por nuestros gobernantes, y de ese marco no se saldrá el presidente Duque. Con la reforma tributaria que tiene en ciernes, seguirá disminuyendo los impuestos a los dueños de capital, y compensará esos menores ingresos extendiendo el IVA a nuevos productos de la canasta familiar y ampliando la base tributaria para que ingresen los sectores de clase media que aún estén por fuera de ella.

Por supuesto, que esas medidas están generado arrepentimiento en muchos de los electores de Iván Duque. Ojalá que ese arrepentimiento se convierta en movilización, único mecanismo que puede impedir que medidas de igual estilo se sigan imponiendo.

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