El mismo guión

Rodrigo López Oviedo

En el 73 Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, hizo referencia a algunas de las muchas agresiones con las que Estados Unidos ha golpeado a su pueblo desde el momento mismo en que se dio cuenta de que quienes habían perpetrado el derrocamiento de Fulgencio Batista, con Fidel Castro a la cabeza, no irían a continuar con las mismas políticas de sumisión que caracterizaban a este dictador.

Fue el discurso de Bruno Rodríguez de una narrativa tan similar a lo que está ocurriendo en Venezuela que cualquier persona medianamente entendida hubiera podido creer que se estaba refiriendo a lo que pasa en la patria de nuestro Libertador Simón Bolívar. Tanto en Cuba como en Venezuela, el Gobierno de Estados Unidos viene impulsando acciones criminales tan similares, que bien podría pensarse que son materializaciones de un mismo guión, con el cual se busca quebrar la voluntad de dos pueblos que han emprendido, por distintos caminos, la construcción de un nuevo tipo de Estado, al cual caracterice la ausencia de sumisión a dictados extranjeros y el propósito de lograr la mayor suma de felicidad posible para sus hijos.

En efecto, tanto los cubanos como los venezolanos han sido sometidos a los mismos padecimientos, como es por ejemplo, el de un bloqueo económico de los más diversos órdenes, que les ha impedido adquirir en los dispensarios internacionales, en cantidades suficientes, alimentos, medicinas y bienes de capital, o como el de ver sometidas sus monedas a criminales restricciones en el mercado cambiario.

Pero, además, la Venezuela de hoy ha tenido que sufrir padecimientos tan horribles como los que ya sufrió la Isla en los albores de la revolución socialista. Acaparamiento, especulación, contrabando y deterioro de la capacidad adquisitiva de su moneda son solo ejemplos de las muchas acciones emprendidas desde Washington y, ¡qué horror!, ejecutadas como propias por los antiguos dueños del poder político, hoy carentes de él, pero empecinados en reconquistarlo. Lo doloroso y grave es que a estos personajes no les preocupe, y hasta exijan, una invasión de marines con el Pentágono al frente.

Por fortuna, cada vez es mayor el número de personas conscientes de estos procederes y dispuestas a evitar que se eternicen. Y este es el entendimiento que debe llegar a la sesera de Gustavo Petro para que, en vez de ponerse del lado de las oligarquías en su cuestionamiento sin piso a la Revolución Bolivariana, se prepare más bien a sufrir algo parecido si logra asumir el poder, a no ser que su propósito no sea el de ejecutar lo prometido en la plaza pública.

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