La economía naranja

Rodrigo López Oviedo

El concepto de economía naranja se refiere a la creación espiritual del hombre y su materialización a través de la ciencia y las artes, verbigracia la literatura, el teatro, el cine, la música, la pintura y la escultura.

Hay en el discurso político moderno un acentuado interés en el desarrollo de los talentos que desemboquen en la producción de bienes de la anterior naturaleza. El presidente Duque lo ha incorporado al suyo, pero cuidándose de no dejar traslucir la forma engañosa en que lo implementará.

En efecto, como ha quedado demostrado a través de la resistencia que le ha hecho a los justos reclamos universitarios, de cuya solución podrían derivarse recursos que apalanquen el desarrollo de todas aquellas actividades que sintetizan la parte buena de lo que la economía naranja encarna, su propósito no es el de facilitar ese desarrollo, ni mucho menos ambientarles buenas condiciones de vida a sus gestores, los artistas y científicos, sino garantizarles las mayores ganancia a los grandes empresarios del espectáculo, que le sustraen a lo producido su carácter ennoblecedor, reduciéndolo a subastas, ferias y festivales, de los cuales derivan monumentales ganancias.

En síntesis, el impulso que pretende darle el presidente Duque a este campo de la economía no está motivado por los mejores fines. Su propósito real es el de lograr la aprobación de las asignaturas que debe cumplir en favor de las clases a las que representa, entre las cuales las más importantes son las de garantizarles los mayores márgenes de ganancia a sus inversiones y la estabilidad del régimen que tanto se esfuerza por preservarles en buenas condiciones el statu quo que tanto les favorece.

Ahora, está bien que el presidente impulse el desarrollo de la economía naranja, pero que no nos venga con el cuento de que lo hace en provecho de los trabajadores del arte, la ciencia y la cultura. Si así fuera no, tendría que ser sometido por los estamentos universitarios a las presiones de que está siendo objeto, con las cuales buscan subsanar el déficit presupuestal que afecta al sistema educativo, y particularmente a la universidad.

Tal parece que desconociera el formidable papel que la escuela juega como fuente de la que emanan los promotores reales de los nuevos saberes y desarrollos estéticos, los cuales constituyen la parte ennoblecedora de la condición humana y de los que el país está tan necesitado.

La actitud correcta ante esta iniciativa no es la de la oposición a rajatabla, sino la de presionar para que las políticas de Duque contribuyan realmente al cultivo espiritual de la sociedad y al mejoramiento de las condiciones de vida de los creadores.

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