Lenguajes, partidos y propósitos

Rodrigo López Oviedo

Una de las consecuencias del desplome del socialismo en la Europa oriental fue la desbandada de muchos militantes de izquierda hacia la placidez de una nueva libre de los riesgos, fatigas y tribulaciones inherentes a la vida partidaria. Siempre es dable esperar de estos camaradas su retorno a las filas de la transformación revolucionaria de la sociedad, pues deben de ser hartas las nostalgias heredadas de esas luchas por los ideales que de pronto todavía ven como realizables.

Pero también hubo quienes tomaron el camino deplorable del retiro, no tanto para acantonarse en los cuarteles de invierno, a la espera de mejores condiciones para reasumir la lucha por los ideales abandonados, sino para adoptar otras militancias, así estas no tuvieran el propósito de emprender las transformaciones que se requieren para dar el paso hacia una etapa más elevada del desarrollo social.

Lo que no previeron estos otrora militantes del campo revolucionario es que su tránsito hacia esas nuevas militancias llevaría implícito el uso de un nuevo lenguaje, debajo del cual quedarían sepultados muchos enunciados que, ellos sí, daban cuenta clara, sin ambigüedades ni rodeos, de los ideales doctrinarios ahora abandonados. De allí que comenzaran a calificar de trogloditas a quienes seguían hablando de imperialismo, de explotación, de dictadura burguesa, de esclavitud asalariada, de plusvalía y de muchos otros aspectos que hacen parte de la realidad capitalista y la caracterizan.

En muchos casos, el menosprecio que comenzaron a expresar por esa clase de términos, y aún muchos expresan, era indicativo de que ya estaban aterrizando en ese punto del espectro político en que comenzaba a creerse que ya se había llegado al fin de la historia, que más allá del capitalismo no había nada y que era estéril toda lucha por una sociedad más avanzada. Eso sí, tan vergonzante actitud la camuflaban, y aún lo hacen, con su respaldo a programas reformistas que, aunque de implementación necesaria, no contribuían, ni contribuyen, a superar el statu quo capitalista.

Lamentablemente, ese no es el lenguaje de solo los desertores. También entre los luchadores activos por el socialismo han comenzado a manifestarse conductas como las mencionadas, aunque justificadas en la necesidad de modernizar el lenguaje para poder ser vistos con mejores ojos por los potenciales seguidores de la causa. Olvidan que sí, que pueden llegar a ser bien vistos, pero por sus personales seguidores, no por los potenciales adherentes a la causa del socialismo, que son personas que demandan mucha educación política, la cual es imposible de impartir con alguna posibilidad de transformarla en consciencia social si no está expresada en palabras que reflejen el propósito real que se persigue.

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