Volviendo a la sensatez

Rodrigo López Oviedo

El nombre de Alex Nain Saab no significaba nada para los colombianos hasta cuando comenzó a figurar en las páginas de algunos periódicos. Por la edición virtual de Portafolio del pasado 17 de septiembre, nos enteramos de que Alex Nain Saab es un empresario colombiano que puso oídos sordos a la prohibición del gobierno norteamericano de negociar con los venezolanos, sin saber que el largo pico del halcón imperial le podría llegar a sacar los ojos. Alex Nain Saab, tres de sus socios y 16 de sus empresas fueron sancionados por negociar con el programa alimentario con el que Maduro enfrenta la hambruna que orquesta Washington contra su pueblo.

Alex Nain Saab es la respuesta al porqué de la crisis alimentaria que destierra a miles de venezolanos, pero que también acentúa el repudio antiimperialista de los más conscientes y dignos, quienes aún en medio de la crisis se reafirman en la convicción de que el futuro de la patria debe depender exclusivamente de sus hijos, y no de la Casa Blanca. Ese hermano pueblo sacó a tremolar su orgullo bolivariano y, en un alarde de absoluta dignidad, recogió 13 millones de firmas, con las cuales le está exigiendo a Trump que saque sus garras de Venezuela.

En el caso de Alex Nain Saab, nuestros empresarios deberían ver la prueba de que las sanciones imperiales no son solo contra los venezolanos; son también contra todo el empresariado del mundo, que ya no puede ver en Venezuela un mercado para sus productos. Y debería ser también motivo de presión para que Uribe y Duque no dejen que su odio a la revolución bolivariana sea motivo de un mayor deterioro de nuestra economía. La anterior reflexión ya la hizo un sector empresarial venezolano, el sector que hoy, haciéndole el quite al extremismo opositor del que venía siendo parte, ha salido a buscar mediante el diálogo respuestas más aterrizadas a sus intereses, y lo que ha conseguido no es poco: entre otros aspectos, logró comprometer al Gobierno, y comprometerse, a que haya renovación del Consejo Nacional Electoral; a estudiar fórmulas para la reactivación económica y el intercambio de petróleo por alimentos; a rechazar las sanciones de Estados Unidos y a continuar con las reclamaciones del Esequibo.

Estos son los primeros logros de un retorno a la sensatez que Venezuela esperaba desde hace tiempo, y que sigue esperando hasta cuando no sean algunos sectores opositores, sino todos, los que hagan de esa sensatez el ambiente normal para dirimir sus disputas. A propósito, los colombianos también esperamos que el gamonal del Ubérrimo y sus jefes de cuadrilla tengan igual cambio de actitud.

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