Unos ganan, otros gobiernan

Rodrigo López Oviedo

No quiero decir que en Colombia uno sea el Presidente y otro el que manda. Eso todos lo saben. Quiero referirme a la burla de que es víctima el electorado latinoamericano, que aunque suele expresar en las urnas su deseo de ser gobernado de una forma que no conviene a sus intereses, no dejan de presentarse casos en los que sí se expresa con lógica, pero elije candidatos equivocados, y lo que obtiene es contrario a lo deseado.

El caso ecuatoriano resulta paradigmático. Ecuador venía gobernado por Rafael Correa, un hombre progresista que había alcanzado notables avances en soberanía nacional, en recuperación de las riquezas naturales y en solución de los problemas más sentidos de la población.

Tal éxito hacía suponer que se postularía para un nuevo período; sin embargo, en lugar de ello, optó por respaldar a Lenín Moreno, un hombre de entera confianza y dos veces su vicepresidente, del que se esperaba que no cambiaría de programas, pero ya sabemos lo que pasó.

Esa actitud de Moreno le ha significado al país un retroceso notable en aspectos como el de la soberanía nacional, amén del retorno del repudiable modelo neoliberal. En síntesis, en Ecuador ganó el movimiento de Correa, pero gobiernan sus derrotados contradictores, lo cual va en contravía del sentido que la ONU le da al concepto de democracia. Para este organismo, la democracia es un valor universal que se basa en la libertad del pueblo “para determinar sus sistemas políticos, económicos, sociales, y culturales, y su plena participación en todos los aspectos de su vida”.

De acuerdo con esta definición, lo que realmente establecen los ciudadanos en las urnas es la manera como quieren ser gobernados, no importa la raza, sexo o cualquiera otra condición que adorne al elegido. Lo importante es que este personaje entienda que el mandato popular recibido en las urnas es para que ejecute lo que en campaña se comprometió a realizar y no para que haga de su gobierno lo que le dicte su soberana voluntad.

A la luz de estos postulados, lo que representa el gobierno de Lenín Moreno es una dictadura en todas sus formas, salvo por su origen en las urnas. También el de Piñera; el de Bolsonaro, el del saliente Macri, el de Jovenel Moïse y otros cuantos, entre los cuales no me atrevo a incluir a Iván Duque, pues bien sabemos de la inclinación derechista que mayoritariamente tiene el pueblo colombiano.

Esas dictaduras debieran recibir el repudio internacional de los grandes medios, pero estos solo se descargan contra el gobierno de Nicolás Maduro. ¿Saben por qué? Porque Maduro no es de derecha.

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